epílogo

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Año 2045


Julio



— ¿Siguen hablando con esos vagos?—Jake se sentó a mi lado y me entregó una botella de agua, reí.

— Amor, no son unos vagos, son los niños con los que estuvieron en el campamento el año pasado. Los conoces, sabes que son buenos niños.—le respondí abriendo la botella y bebí un trago.

— ¿Y por qué no tienen camiseta ni zapatos? ¿Acaso son salvajes?

— Jake, estamos en Australia, ¿lo olvidas?—sonreí divertida y apoyé mi cabeza en su hombro.— Tú mismo salías así a la calle, tu madre me enseñó fotos de tu niñez y adolescencia.

— Pero eso es diferente, ellos son unos...—balbuceó unaS palabras con molestia.

— ¿Estás celoso?—lo miré alzando una ceja.— ¿Papá Jake está celoso?—lo molesté picando sus costillas, haciendo que se retorciera soltando pequeñas risas.

— María, no hagas eso.—sujetó mi mano.— No estoy celoso... Estoy preocupado por nuestras niñas, ¿y si se enamoran de esos vagos? ¿Y si les rompen el corazón? Todavía son unas bebés para vivir algo tan doloroso como un corazón roto, mis princesas...—tomé su rostro entre mis manos y dejé un beso en sus labios.

— Eres tan adorable, amor.—junté nuestras frentes.— No podemos evitar que les rompan el corazón, es algo que sucederá sí o sí. Lo único que podemos hacer es estar junto a ellas y darles todo nuestro amor y apoyo cuando eso suceda.

— Pero, pero...—mi esposo hizo un puchero.— Tienes razón, no podemos evitar que eso suceda...

— ¡Mamá, papá!—Miriam nos gritó mientras corría hacia donde nos encontrábamos sentados.

— ¿Qué necesitas, amor?—le pregunté cuando estuvo frente a nosotros.

— ¿Podemos ir a una fiesta con KJ y Noah?

— No.—Jake respondió al instante.

— ¡Pero, papá!—Miriam se quejó.— Llegaremos temprano y no tomaremos ni una sola gota de alcohol, te lo prometo.

— Ya dije que no, Miriam.

— ¡Mamá, dile a papá que no sea un amargado!—mi hija me miró con un puchero en los labios.

— Papá dijo que no y no es no, Miriam Sim.—me puse del lado de mi esposo. No era tonta, sabía muy bien cómo se ponían esas fiestas, quería que mis hijas vivieran y experimentaran pero no en algo que las pusiera en peligro.— Mejor invítalos a cenar con nosotros.

— Sí, mejor... ¡Oye, no, no los quiero en mi casa!

— Pero, mamá...

— Nada de peros, señorita, los invitas a cenar o se van despidiendo porque ya se está haciendo tarde.—Miriam se cruzó de brazos disconforme pero terminó aceptando, sólo nos quedaban unos días de vacaciones y después teníamos que volver a México, así que no iba a desaprovechar el tiempo que podía estar junto a KJ, el niño que le gustaba. Volvió con sus amigos y los invitó a cenar.

— Bueno, iré a preparar la cena.—me puse de pie y me sacudí la ropa.

— ¿Por qué invitaste a esos vagos a cenar?—Jake se quejó mientras me seguía al interior de la casa.

Fate | Jake SimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora