capítulo 23

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— Bienvenidas a casa.—dije al abrir la puerta. Las niñas entraron a la casa tímidamente, mirando todo con curiosidad.

Jake dejó las maletas de las niñas en la entrada y me abrazó por la espalda, dejando un beso en mi hombro mientras veíamos a las niñas curiosear por la sala. Karem volteó hacia nosotros, pidiéndonos permiso con la mirada para subirse al sillón.

— No tienes que pedir permiso, mi amor, ésta es tu casa ahora, aquí no tienes que pedir permiso.—Jake le dijo.

Notamos que las gemelas se miraron entre ellas algo indecisas y Karem le hizo una seña a Miriam, indicándole que se subiera primero y ésta negó dando un paso hacia atrás. La mayor de las dos nos dio una mirada rápida, para luego subirse al sillón con algo de dificultad ya que estaba algo alto para ella.

— ¿Ves? No se enojaron.—Karem le dijo a su hermana en voz baja mientras se acomodaba en el sillón, Miriam asintió y se subió también con la ayuda de Karem.

— ¿Les gusta el sillón?—pregunté acercándome a ellas y me senté en el posabrazos del sillón.

—  Sí, es muy cómodo.—Karem respondió primero.

— Me gusta el color.—Miriam dijo y acaricié su cabello.

— Vayamos a recorrer el resto de la casa.

Pasamos la tarde dándoles un recorrido por la casa, las niñas quisieron ver todo a detalle. Su habitación fue lo que más les gustó, la decoramos de acuerdo a sus gustos, a Karem le gustaba el azul y a Miriam el rosa, por lo que la mitad de la habitación estaba pintada de azul y la otra de rosa. A ambas les gustaban los unicornios, por lo que habían imágenes y peluches de unicornios por todos lados.

Cuando comenzó a atardecer decidimos que era hora de comer, no habíamos comido nada desde que llegamos. Preparé algo rápido; una ensalada, pechugas de pollo en salsa de mostaza y miel con pasta en salsa de tomate. Mientras yo hacía la comida, Jake estaba jugando con las niñas en la sala, me llenó de alegría escuchar las risas de los tres.

Comimos en la sala mientras veíamos una película; Buscando a Nemo. Cuando estaba pasando la escena de los tiburones me di cuenta de que esa película ya era considerada antigua y me dio mucha nostalgia, salió un año después de mi nacimiento y yo ya tenía treinta y dos años, a Jake todavía le faltaban unos meses para cumplirlos.

— ¿Ya terminaron de comer?—les pregunté a las niñas al ver que ya no le prestaban atención a la comida en sus platos, ambas asintieron.— Bien, voy a llevarme los platos.—no iba a forzarlas a que se terminaran todo si ya estaban satisfechas. Me levanté para tomar los platos pero Jake me lo impidió.

— Yo los llevo, amor... ¿También me llevo el tuyo?—asentí volviendo a sentarme en el piso junto a las pequeñas  y Jake llevó los platos a la cocina.

— Me gusta la pez azul, es muy graciosa.—Miriam habló acercándose a mí y se recostó en mi pecho, contuve un chillido de emoción y la rodeé con mis brazos, abrazándola cariñosamente.

— A mí también me gusta... Tiene su propia película, ¿la quieren ver después de que se acabe esta?

— ¡Sí, sí, por favor, Mary!—Karem se puso de pie y me abrazó.— ¿Podemos ver películas toda la noche?

— Mmm... No lo sé, ustedes tienen que dormir temprano...

— Por favor, Mary.—dijeron al mismo tiempo.

— Bueno, ya veremos.—pasé un brazo por el cuerpecito de Karem y la atraje hacia mí, abrazándola también. Ella se acurrucó en mi pecho y siguió viendo la película.

Fate | Jake SimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora