Capítulo 16: Dudas

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Como era de esperar, haber hablado del tema solo hizo que la situación fuera más incómoda de lo que ya era. Los dos se quedaron callados, esforzándose por no cruzar miradas, sujetando con fuerza sus tazas de café, ya vacías.

Ambos buscaron formas de romper aquel pesado silencio, pero fueron incapaces de lograrlo. Hicieran lo que hicieran, se sentiría forzado o esa es la percepción que tenían los dos.

Habían confirmado al cien por cien que los Ecos eran compartidos y que uno podía acceder a los Ecos del otro. Ese aspecto en concreto les llamaba la atención. Ya había pruebas de ello, pero siempre venía bien poder confirmarlo. En un principio habían pensado que los Ecos eran intransferibles y que nadie podía acceder a sus propios Ecos salvo ellos mismos, pero resultaba que no y ser conocedores de dicha rareza solo generaba más preguntas. Por no mencionar, que habían podido corroborar la hipótesis de Ima y el lugar de la foto tenía poco o nada que ver con el Eco.

¿Y si de alguna u otra forma estaban conectados? ¿Y si lo estaban, qué o quién los había conectado? ¿La señora mayor que les regaló las polaroids estaba involucrada?

Todo apuntaba que la respuesta a todas esas preguntas era un sí, lo que implicaba que había algo mucho más grande detrás de todo esto. Algo que Ima y Ryu no podían controlar.

A pesar del mar de dudas, incógnitas, miedos y nervios que se abría delante de sus ojos, Ima fue capaz de reunir el valor, para romper aquel molesto silencio.

—¿Y ahora qué? —dijo Ima, sacando la pregunta que ambos tenían en mente.

—No lo sé, pero creo que la señora de la tienda tiene algo que ver y deberíamos buscarla, preguntarle sobre todo esto.

—No creo que la encontremos.

—¿Entonces qué? ¿Nos quedamos de brazos cruzados?  —sugirió Ryu algo molesto.

—No lo sé, Ryu, son muchas cosas que asimilar, que aceptar —reconoció Ima —. Ahora mismo no estoy como para tomar decisiones.

—Lo sé. En cualquier caso, mi idea de ir a buscar a la señora sigue en pie —recordó Ryu.

—Dame un poco de tiempo, tengo que reflexionar sobre lo sucedido, sobre lo que quiero y siento.

Ryu asintió con la cabeza, como si se estuviera forzando a aceptar la situación.

—Claro, claro, lo entiendo, tómate el tiempo que necesites.

La conversación no fue más allá, así que Ima y Ryu decidieron no alargar más aquel suplicio y se despidieron el uno del otro. Lo hicieron con dos besos, lo que provocó un pequeño momento incómodo, donde ninguno de los dos sabía cómo reaccionar. ¿Tenían que despedirse con dos besos en las mejillas o con un beso como Dios manda? 

Ambos odiaban a más no poder este tipo de momentos. Habían mantenido relaciones sexuales juntos, se habían abierto el uno al otro, dejando que las sensaciones fueran los dueños de sus actos, habían mostrado una parte de ellos que catalogaban como íntima y de pronto darse un beso resultaba todo un reto. Al final, fueron dos simples y tristes besos en las mejillas.

Ima se marchó, con una sensación opresiva en su pecho. Quería quedarse, estar más tiempo con él, conocerle y dejarse conocer, pero había algo que le frenaba. Todo había ocurrido muy deprisa y eso ocasionaba que Ima se viese a sí misma en el centro de una nebulosa, sin saber qué hacer ni adonde ir. Además, el miedo a intentar algo para que después no llegara a nada no ayudaba. Aunque parezca contradictorio, en estos casos Ima solo actuaba cuando estaba segura de lo que sentía y lo que quería. No obstante, desde joven tenía una voz en su interior que le imploraba que no diese tantas vueltas a las cosas y se dejase llevar más a menudo. Quizá así fuese capaz de llevarse más sorpresas. 

Entre dos realidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora