Capítulo 26: Promesa

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En aquella ocasión fue Ima la primera en levantarse. Lo primero que hizo fue, de nuevo, acudir a los Ecos. Decidió al azar. Había llegado a un punto donde ya daba igual cuál escoger. Ni siquiera tenía en cuenta las emociones, solo el éxtasis final, ese placer entumecedor que recorría todas las células de su cuerpo.

Había comenzado recelosa con todo el tema, incluso con temor, pero desde el inicio, desde el primer Eco,  algo en su interior le impelía a deleitarse y perder el control. Los momentos con Ryu eran buenos y de una forma u otra le estremecían el corazón, pero de un tiempo a esta parte, estaban empezando a no serle suficientes, sobre todo después del Eco compartido. Por obvias razones no se lo había comentado e intentaba por todos los medios ocultar aquella inquietud. Por el momento, parecía funcionar.

Para limpiar su conciencia, empezó a preparar el desayuno mientras Ryu seguía dormido. Le preparó un cuenco de arroz, dos huevos fritos y una taza de té verde. Para ella hizo más o menos lo mismo, lo único que cambió fue la taza de té por una de café.

Decidió no despertarle y disfrutar del desayuno ella sola mientras le observaba dormir. Estaba acurrucado en la cama, tapado hasta arriba. Respiraba poco a poco. Se acomodaba la cabeza cada pocos segundos. Su mente parecía sumida en un sueño, mientras su cuerpo reaccionaba en la realidad.

Se despertó en uno de sus temblores, abriendo los ojos lentamente. Cuando cruzó miradas con Ima, sonrió. A ella se le derritió el corazón y notó como la culpa emergía desde sus restos. No estaba siendo honesta con él. Vio como los problemas de los que siempre se quejaba, volvían asomarse, acechantes, amenazando con romper su relación.

Ryu se levantó, se le acercó y le plantó un suave beso, que se sintió más como un puñal. Echó un vistazo a la comida y suspiró, alegre y ansioso.

—Mh, qué buena pinta.

—Espero que te guste —dijo Ima avergonzada.

Ryu arremetió contra el cuenco de arroz, que devoró en un visto y no visto. Se dejó los huevos fritos para el final. Después le dio un trago al té. 

—Está riquísimo, es superdulce —señaló Ryu.

Ima era incapaz de articular palabras, así que solo asintió.

—Hoy es el gran día, no me creo que por fin pueda verlo.

Cada palabra que decía Ryu le hundía un poco más.

—Sí —dijo a duras penas.

—Pues en marcha —anunció Ryu, dando un salto lleno de energía.

Se vistieron, recogieron el desayuno y se pusieron en marcha. De camino, Ryu le animó a poner música, pero Ima se negó, no tenía el cuerpo para "fiestas".


Ryu no quería ser alarmante, ¿pero le pasaba algo? La notaba rara, distraída, incluso apagada. ¿Debía preguntar? 

—Oye, ¿te encuentras bien? —preguntó Ryu haciendo todo lo posible para no sonar invasivo.

Ima tardó en responder. Mintió,  más o menos.

—Sí, sí, es solo que Kaori ha tenido problemas con su pareja.

—¿De verdad? ¿Qué ha pasado? 

—Pff, una tontería, discutieron y ahora se plantea dejarlo. 

—¿Por una discusión? 

—Sí, pero Kaori siempre ha sido así. Nunca sabe lo que quiere y a la mínima se desentiende.

—Vaya, es una lástima, parece buena chica.

—No digo que no, pero con esa actitud solo consigue hacer daño.

Entre dos realidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora