Capítulo 3

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(Martin)

En el momento que piso la calle me derrumbo. No soporto ver el dolor en esos ojos que tanto amo, y menos ser su causa. Lo que provoca Juanjo en mi con sólo su presencia no lo había sentido nunca. Desde el primer momento que lo vi, con su cuerpo alto y fuerte, sus ojos verdes y enormes, y esa sonrisa cautivadora, no pude dejar de mirarlo. Tenía un magnetismo que se me hacía ineludible. Esa pasión que devino mútua, el compañerismo, apoyo, y el amor nos ha llevado hasta el día de hoy, más de un año después.

Sólo nos llevamos un año y medio, realmente, pero en ese tiempo él ha tenido la oportunidad de irse de casa, de vivir mil y una aventuras en Madrid, de viajar con sus amigos, de salir de fiesta hasta las tantas, de conocer gente, y hacer lo que le diese la gana. Yo terminé el instituto en junio, pasé el verano de los castings, e inmediatamente después entré a OT.

Aunque hubiese tenido parejas de adolescente, en verdad sólo era un chico de 18 años que sale por primera vez de casa de sus padres. El vivir ese primer momento de cambio radical con Juanjo me dio mucha paz y tranquilidad. Además del amor y de ser un pilar mutuo, él se ocupaba de todo, de conseguir el piso, de llamar al fontanero para que arreglase la ducha, de contratar la mejor tarifa de internet, de organizar la limpieza de la casa. Y además me empujaba cuando mis inseguridades llamaban a la puerta y dudaba de mis capacidades para estar a la altura. Era tan fácil todo. La domesticidad, la sencillez en medio del huracán.

Pero llevo un tiempo observando a la gente a mí alrededor. Mis compañeros del musical, que rondan los 20-30 años, la libertad con la que viven, sin dar explicaciones a nadie, viviendo su belleza y juventud libremente. Conociendo gente, haciendo locuras, sin limitaciones, sin disculpas. Con Juanjo salimos de fiesta, viajamos, nos divertimos. Juanjo es la persona más divertida que conozco. Pero me siento atado, me ahogo. Me duele, me duele él, me duele apartarme, pero necesito  respirar solo. Sólo respirar.

Mis pasos se dirigen de manera automática a casa de Ruslana, vive a 15 minutos de nuestra casa. Toco el timbre y me abre inmediatamente. Cuando llego a su puerta me mira extrañada. Sólo puedo decirle "He dejado a Juanjo" antes de caer en sus brazos.

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Capítulo cortito, actualizaré pronto con la continuación!

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