Capítulo 16

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(Juanjo)

El miedo ha sido una constante en mi vida que me ha paralizado y privado de tantas experiencias y sensaciones. El miedo a no ser suficiente, a la imperfección, a no estar a la altura, a decepcionar, a amar.

Con la llegada de Martin, todos esos pensamientos intrusivos desaparecieron como por arte de magia. Bueno, no tanto. Me llevó muchas luchas internas y externas, muchas noches en vela, muchas horas de terapia, y mucho tirarme a la piscina aunque fuese lo último que quisiese hacer.

Cuando se fue, algunos de esos miedos volvieron. El que con más fuerza fue el miedo al rechazo y a la soledad, a no ser querido. Me costó mucho deshacerme de la culpa, y entender que soy una persona con capacidad de amar y ser amada, y que la decisión de Martin no estaba determinada por mi persona.

Ahora ha reaparecido, volviéndose a hacer un hueco en mi vida y en mi corazón a pasos agigantados. Después de tanto esfuerzo por sacarlo de mi cabeza, se ha vuelto a instalar en ella y no quiere salir.

Hasta cuándo. Hasta cuándo. Mi miedo principal es ese: hasta cuándo. Cuánto tardará en volver a agobiarse, a cansarse, de qué se trata este juego y por cuánto tiempo querrá jugarlo. Si volviese a repetirse la misma situación, estaría tocado y hundido. No podría ni volverlo a mirar a la cara del dolor.

La otra noche, no respondió a mi pregunta. Volvimos al interior e interactuamos con algunas personas. Él estaba hablando con el elenco, y siendo llamado de aquí para allá, como es normal, y quise dejarle su espacio, me acerqué para despedirme, aduciendo que estaba cansado. Él propuso irnos juntos, pero le insistí en que no hacía falta, que era su noche.

Quizá me tendría que haber quedado para asegurarme que el tal Rodrigo ese no intentase nada, pero pasaba de ir por ahí marcando territorio. Lo que tuviese que pasar, pasaría, con o sin mi intervención, por más que me jodiese.

Llevamos casi dos semanas sin hablar, ni en persona ni por mensaje. Yo me había quedado esperando una respuesta por su parte. Él, él no tengo claro en qué estaba, si el silencio era una respuesta, si lo estaba pensando, si no lo había entendido, si se había cansado de mí.

Esta semana mi mente estaba dividida de todas maneras. Al tema con Martin se le añadía que tenía programado un viaje a Miami, al estudio de grabación de David, y a unas acciones y entrevistas de promoción. Era un salto muy importante a la audiencia latinoamericana y estadounidense, y por más que estuviese nervioso, lo que sentía era una emoción y felicidad enormes.

Los primeros días es un no parar, enfocados en la grabación con el equipo al que el almeriense está acostumbrado y en Madrid no se encuentra, que ha sido el motivo principal del viaje. Pero también yendo de aquí para allá entre radios, revistas y canales digitales. Nos han hecho entrevistas en castellano y en inglés, y preguntado de las mil y una maneras posibles por la canción, nuestras trayectorias y nuestras fuentes de inspiración. David lleva la voz cantante en buena parte de ellas, pero me da la palabra en todas las intervenciones, y conseguimos una dinámica disfrutona entre los dos.

En la entrevista con la Revista Billboard, nos han preguntado sobre nuestra colaboración, y cuál es el tema de la canción, que es un amor en la cuerda floja, pero han querido profundizar en qué sentimiento evocamos para crear algo así. Yo respondo de manera rápida, inconsciente.

—Es como ese último aliento antes de darte por vencido, cuando ves que la persona que amas se desprende de entre tus dedos, y sacas fuerzas de lo más profundo de tu ser para que no se vaya, para luchar juntos.
—Suena como algo que ya te ha pasado.
—Algo así, aunque creo que todo el mundo hemos estado en una situación así, sea en relaciones amorosas, amistosas o familiares, los humanos somos complejos, llenos de inseguridades y miedos, a veces huir es lo más sencillo, y siempre es bonito que haya personas dispuestas a luchar por nosotros y nuestra felicidad.

La vuelta a Madrid después de una semana de intensidad y mucho trabajo es reconfortante. Además de descansar, aprovecho para llamar a mi madre, compartiendo la emoción de estos días y escuchando sus novedades. Me hace prometerle de ir a Magallón para pasar mi cumpleaños, lo que me parece una exageración, queda un mes todavía.

Sigo sin noticias de Martin y ya me está empezando a escocer. Entre el agotamiento y el jetlag, no estoy para muchos rodeos, y lo llamo directamente. El teléfono suena por cinco largos tonos hasta que me lo coge en el último momento.

—¿Juanjo? ¿Está todo bien?
—Sí, claro, ¿por qué no iba a estarlo? Hola, por cierto.
—No, por nada, me parecía raro que me llamases, te hacía por las Américas.
—He vuelto esta mañana, ¿cómo sabes que estaba allá?
—Has subido fotos a Instagram, Juanjo, y están las entrevistas por todos lados en redes, no hay que ser Sherlock.
—También es verdad, ¿las has visto entonces? Las entrevistas.
—Alguna que otra, has dicho cosas muy bonitas, no me imaginaba la canción así.
—Gracias, ya te la enseñaré, está lista ya.—Le digo, y me devuelve el silencio—Martin, ¿estás bien?
—Sí, ¿por? Sólo estoy un poco cansado, han sido días duros de ensayos, y pruebas de vestuario...
—Es comprensible, pero llevas dos semanas sin hablarme, se me hace raro.
—Tú tampoco me has hablado a mí.—Su tono de voz es inseguro, dubitativo.
—Te estaba dando espacio, Martin, en nuestra última conversación dejé una pelota sobre tu tejado.
—Ya, bueno, he estado reflexionando sobre eso, supongo.
—¿Y?¿Has podido encontrar alguna respuesta?
—Es que no sé si entiendo la pregunta, Juanjo, ¿hasta cuándo qué?, ¿hasta cuándo "me dará la gana hacer cosas contigo"?, ¿hasta cuándo te dará la gana a ti?
—El perceptivo aquí eras tu, Martin. Si no entiendes la pregunta, posiblemente no estamos en el mismo punto. Hasta cuándo te quedarás, Martin. Si es que vienes para quedarte. Hasta cuándo querrás estar conmigo y cuándo te aburrirás de mí, de mi intensidad, de lo que tenemos. Hasta cuándo.—Termino diciéndole, demasiado cansado de todo, del viaje, de la falta de sueño, de las idas y venidas, del desgaste emocional.
—Joder...son muchas cosas, no sé si tengo respuesta, Juanjo. Es fluir, e ir viéndolo, ¿no?—Suspiro, esa es la contestación que menos quería escuchar.
—No es suficiente, Martin, lo siento. Que descanses.

Cuelgo y me hundo.

*****

Hasta aquí por hoy! Deciros que le queda muy poquito a esta historia, un capítulo más, y seguramente un epílogo final con un salto temporal.

A ver cómo se da la cosa.

Gracias por leer, apreciaciones en la casilla de comentarios!

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