Capítulo 5

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(Martin)

Me empiezo a preparar tres horas antes.  En la semana fuimos con unas compañeras del musical de compras, para ir con nuestros mejores looks a la Gala. Para cualquier otro evento, hubiese ido en sudadera y botas de montaña, pero no para este. Me decanté por unos pantalones granate de vestir que se marcaban en mis caderas y caían holgados por las piernas, una camiseta negra y una americana entallada también negra por encima. Me arreglé el pelo para que estuviese un poco más ordenado, pero desenfadado.

Habíamos quedado para ir juntos con el equipo. Como eramos unos cuantos, nos costó encontrar taxis para todos, y terminamos llegando justos a la Gala. Nos cogieron a algunos para pasar al photocall, que se estaba vaciando porque la gente ya estaba tomando asiento en el auditorio. Me saqué las fotos de rigor, junto con los otros protagonistas y la directora del musical, y entramos. Estaba que no cabía en mi, iba viendo caras conocidas por todos lados, se respiraba un aire de creatividad y arte por cada rincón. No me dio tiempo a mirar mucho más, enseguida nos sentaron en los asientos asignados.

La gala dio comienzo con un discurso inaugural por parte del presidente de la Academia del Cine Español, a lo que le siguió unas palabras del Ministro de Cultura, y otras personalidades que no sé quién eran y que me aburrieron bastante. No me había preocupado por revisar el programa de la gala, no tenía ni idea de qué iría pasando. De haberlo sabido llegaba más tarde.

Anuncian a continuación la actuación musical de la noche, en homenaje a un grande de la música española como es Nino Bravo. Por fin, un poco de ritmo, la primera parte ha sido soporífera.

Las personas abandonan el escenario y las luces bajan. Una melodía suave comienza a sonar. Aparece una figura masculina que en la penumbra del escenario no puedo identificar, hasta que un foco lo ilumina y me quedo de piedra. Es él, cómo puede ser, es él. Está guapísimo, imponente, magnético, como siempre. Es él. Es él. Juanjo. Empieza a cantar con esos graves que tan irresistibles me parecían, me parecen, y no soy capaz de apartar mi mirada de él.

Tiene casi 20 años y ya está, cansado de soñar, pero tras la frontera está su hogar, su mundo y su ciudad.

Sube el tono, su voz siempre ha sido potencia y poderío, y con el tiempo también lo fue su cuerpo, su presencia, su emoción en el escenario. Ese es su lugar, ha nacido para estar ahí, es innegable. Eso siempre me había generado inseguridad, me sentía pequeño a su lado, pero él nunca me dejaba entretenerme en esos pensamientos, me abrazaba profundamente y me enumeraba uno por uno mis talentos y capacidades.

Termina con una nota larga como a él le gusta, y al instante que termina la melodía de Libre comienza otra melodía, y David Bisbal sale al escenario en medio de una ovación para cantar con él Carolina. Me puedo imaginar la emoción de Juanjo en estos momentos, cantar con su ídolo en la gala de los Goya. Me lleno de orgullo por él, se lo merece tantísimo. Sale del escenario y lo sigo con la mirada hasta que se pierde de vista. No sé cómo reaccionar, una parte de mi quiere correr detrás de él, decirle que le sigo amando, que nunca he dejado de pensar en él, que cada persona con la que he estado huele a él. Otra parte de mí quiere salir corriendo y no mirar atrás, no enfrentarse con el peso de sus decisiones y seguir en esa tensa paz en la que lleva los últimos meses.

No obstante, me quedo sentado en mi butaca por el resto de la gala, aplaudiendo donde hay que aplaudir, riéndome donde hay que reír, y emocionándome donde debo emocionarme. Con un sólo pensamiento en la cabeza.

La Gala termina y pasamos al momento del cocktail, consigo despejar la mente y me dedico a entablar conversación con las personalidades presentes. No son pocas las personas que me reconocen por OT o por el musical, y consigo unos cuantos contactos interesantes. Estoy satisfecho.

Hasta que a lo lejos le veo entrar. Viene hablando con Bisbal y otras personas que no identifico. Otra gente se acerca a felicitarlos, y veo la sonrisa en su cara, está pletórico. En un momento gira un poco su cabeza y veo claramente el momento en que me ve porque su expresión cambia completamente. De manera imperceptible para quien no lo conozca, veo la sorpresa y el pánico en sus ojos. Hasta que un milisegundo después, levanta una de sus máscaras y aquí no ha pasado nada.

Sigue su conversación con personas que se le van acercando. No sé qué hacer, ¿es muy egoísta querer hablar con él? Porque me muero por hacerlo. Se me cruza su mirada la noche que me fui de casa, el dolor, la desesperación en sus ojos. Cómo no atendí sus reclamos los días, semanas, posteriores. Desaparecí y no le di lugar a nada. No podía esperar que ahora él quisiese hablar conmi...

—Hola.
Levanto la cabeza y ahí está él. Mi do, mi todo, mi nada. Siento la distancia de su mirada, sé que es una de sus capas de protección. No lo culpo.
—Me han señalado que estabas aquí, era raro que no me acercase. Perdona, no quiero hacer una escena incómoda.

Me habla con sequedad, y me doy cuenta que aún no he dicho palabra. Carraspeo.
—Tranquilo, es normal, sabemos cómo funcionan estas cosas...has estado increíble. No tenía ni idea de que actuarías, ha sido alucinante.
—Gracias. Sí, todavía estoy flipando, estoy que no quepo en mí.
¿Que no cabes en ti o que no te cabe en mi? La frase de un edit traicionero se me cruza en ese momento y me sonrojo. Bajo la mirada para que no se me note. Al ver que no respondo nada, Juanjo hace el amago de despedirse, y me pongo nervioso, no quiero que se marche.
—Juanjo, ¿cómo estás? ¿Cómo va todo, el disco? —lo profesional siempre es más seguro, no tengo derecho a preguntar por su vida privada. Y me da miedo lo que pueda contestar—.
—Bien, sí, ultimando detalles, pronto saldrá, veremos cómo va.—Noto que no me pregunta nada a mí, pero necesito seguir la conversación, que se quede un poquito más.
—Irá genial, no tengo dudas. El musical también va estupendamente, llevamos semanas haciendo lleno total, se está pensando hacer un par de funciones en Barcelona y todo.

Me sonríe, pero no puedo evitar notar que no tiene ese brillo en los ojos que solía tener cada vez que me miraba. Los hombros tensos, la mandíbula apretada. No ve el momento de salir corriendo.

—Juanjo, ¿te apetecería tomar un café un día de estos? Charlar, ponernos al día...—No sé qué estoy haciendo, las palabras han abandonado mi boca antes de pasar por mi cerebro. Él me mira con cara de incredulidad, la misma que tendría yo en caso contrario.
—Martin, tío, no seas cruel, sólo te pido eso.—Se gira y se va, dejándome parado en medio de la sala.

¿Cruel? Quizá, sí, seguramente. Tenía mucho que procesar, este encuentro inesperado me había removido cosas que llevaba tiempo intentando enterrar.

*****

Espero que os esté gustando! Seguiré subiendo poco a poco, no tengo mucho tiempo para escribir.

💙

La cuadratura del círculo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora