Troll

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Esto es un Au

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Todos corren, desesperados y alertados ante los bertenos que se pueden oír a lo lejos, escuchan sus insultos y gruñidos en busca de ellos, pueden sentir el suelo temblar ante las fuertes y pesadas pisadas de esos gigantescos seres.

No lo pueden creer del todo, había empezado tan bien, corriendo por los túneles en intentos de acortar la distancia hacia la libertad, pero de pronto los bertenos parecieron estar esperándolos al final de los túneles, no les quedó otra más que salir corriendo lo más rápido posible y esquivarlos a todos en busca de refugio.

Entre todos esos troll desesperados, hay uno pequeño, de piel gris y cabellera larga y negra, sus ojos grises llenos de desesperación y sus manos con almohadillas tapando sus oídos para no aturdirse con los gritos.

Ese pequeño estaba solo, sin familia y amigos, nadie, los troll lo despreciaban y evitaban como si fuera una plaga solo por su falta de color, era injusto, lo sé, pero así eran ellos.

Era golpeado y pisado cuando caía al suelo, nadie se detenia para ayudarlo, incluso si él sí se detenia para darle una mano a alguien nesesitado.

Por alguna razón y por la mala suerte, un gran grupo de troll quedó rodeado de bertenos, y entre ellos, estaba aquel pequeño, todos temblaban de miedo y pánico, más aquel troll, quien perdió a su abuela a manos de esas terribles bestias.

Sintió como manos apretaban sus hombros, lastimandolo, y antes de que siguiera pudiera reclamar o pedir ser soltado, fue arrojado fuera del grupo, cayendo de cara al suelo y lastimando su frente y mejillas. El pánico lo invadió al oír las palabras que salieron del troll que lo empujó, su cola retorciéndose con horror.

–¡COMANLO! ¡COMANLO A ÉL! ¡¡SERAN FELICES POR SIEMPRE!! ¡¡SI LO COMEN A ÉL TENDRAN FELICIDAD ETERNA!! ¡¡SI ES GRIS TENDRAN FELICIDAD POR SIEMPRE!! ¡¡COMANLO A ÉL!!– El troll claramente estaba mintiendo, pero los bertenos eran ilusos y creyeron que era verdad.

–¡No, no!– una voz más joven se adelantó, sin siquiera poder detener a un berteno. –¡No, eso no es sierto!– el joven troll de piel morada y las raíces del cabello azuladas que lentamente se vuelven verdosas al llegar a las puntas, intento correr hacia el gris, pero las manos del mismo troll que lo empujó lo detuvo, agarrando sus muñecas y evitando que se fuera –¡No! ¡Papá! ¡Esto está mal! ¡Está mal!– el troll lucho por safarse del agarre de su padre, pero era imposible para él, estaba herido y cansado a diferencia del mayor.

–¡Creek, no!– su madre apareció, agarrándolo de los hombros para que la mirara –¡Él no vale! ¡Tú sí! No te sacrifiques por una escoria– el pequeño gris escuchaba todo mientras luchaba por esquivar las manos que intentaban atraparlo, teniendo que saltar y correr más rápido que nunca.

Estaba dolido por qué lo arrojaran hacia la muerte, estaba herido por que pensaran que era una escoria, pero estaba conmovido por el intento de ese troll desconocido de nombre Creek, no lo entendia, todos lo odiaban y despreciaban por ser gris, pero él no, incluso teniendo unos padres que probablemente intentaron enceñarle a odiar lo “diferente o incoloro”, podía ver qué era el único que intentaba ir para ayudarlo, porque todos los demás parecían “alentar” a los bertenos para que lo atrapen, incluso los más pequeños.

–¡No! ¡No! ¡Si lo vale! ¡Lo vale!– Creek estaba enojado y desepcionado, sus padres, quienes tanto amo despreciaban a un niño que no tenía la culpa de ser gris, no tenía la culpa de perder a toda su familia, no era una escoria, era solo un niño sin nadie en quién confiar, sin nadie que le dé una mano, era un niño sólo que cargaba el peso de todos los insultos y maldades que le dijeron e hicieron. –¡Ustedes! ¡Ustedes no lo valen!– era la verdad, una persona ignorante no vale nada, y por más que le duela, porque siempre los amo, no estará dispuestos a vivir y resibir órdenes de troll que no valen nada, sin importar quiénes sean.

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