Descifrar [WooGyu)

Sunggyu

La turbulencia me despierta algún tiempo después.

Fuera de mi ventana, el cielo está pintado con trazos magenta y naranja, y nubes blancas y esponjosas se extienden debajo de nosotros hasta donde alcanza la vista. La pantalla en el respaldo del asiento frente a mí dice que faltan cuarenta minutos para aterrizar en Barcelona. No soñé, pero ahora que estoy de regreso en la tierra de los vivos, las imágenes explotan dentro de mi cabeza. La Chica Converse acurrucada en posición fetal en el suelo duro del sótano. Mi palma apretada alrededor de la pistola fría. Doojoon derrumbado en el suelo, mientras la sangre espesa se filtraba debajo de él. Tal vez me las arreglé para matarlo. Este pensamiento me tranquiliza, la calma llega dentro de mí y se instala en mi cuerpo por primera vez en meses.

Cada mañana que despertaba junto a Doojoon marcaba el comienzo de otro día interminable. Tomaba el desayuno, me atragantaba con el almuerzo y tenía uno o dos ataques de pánico en las horas previas al regreso de Doojoon. Nunca supe si llevaría a alguien con él ese día o no. No operaba en un horario regular, porque los negocios del clan tampoco lo tienen. Todo es caos, gobernado por sangre y polvo blanco, y justo cuando crees que has aprendido las reglas, estas cambian.

Fueron diez de ellos. Una media de uno por semana desde el día siguiente de nuestra boda. No sé la mayoría de sus nombres, pero recordaré sus rostros para siempre. Estiro mis pies fríos y adoloridos y froto mis palmas a lo largo de mis brazos para que un poco de sangre fluya hacia mis extremidades. Resisto el impulso de levantarme para ir al baño y ver a la chica Converse. Ella está bien, dijo que la pueden recoger en el aeropuerto, lo que significa que debe tener amigos o familiares en España. ¿Su acento era español o italiano? Ahora que lo pienso, podría haber sido cualquiera. Si sabe que estoy en su avión, solo se asustará. La luz se enciende y el capitán anuncia que estamos a punto de comenzar nuestro descenso. A medida que el avión se llena de sonidos de abrocharse los cinturones de seguridad y conversaciones somnolientas, las nubes se abren para revelar la tierra y el brillo inconfundible del mar. Cuando bajo del avión hacia el puente de descenso, me golpea una ola de calor opresiva. Los letreros están escritos en inglés y español, y los sigo hasta la aduana. Solo quiero salir de la zona restringida para poder decidir mi próximo movimiento.

Estuve en España una vez para una boda en Sevilla. Kibum, alguien a quien conocí en la preparatoria. La única razón por la que papá me permitió ir fue porque su padre era senador. Fueron cuatro días de beber, comer tapas y descansar en hermosos palacios construidos para los antiguos reyes. Mi hermano, hyung, era mi acompañante, pero no se quedó mucho después de que otra invitada llamara su atención. Yo no iba a hacer ninguna estupidez, de todos modos, no cuando ya estaba comprometido con Doojoon.

Estaba nervioso por casarme con él, pero no es como si le hubiera dicho que no a papá cuando me dijo que Doojoon sería mi esposo. Tan pronto como las palabras salieron de su boca, se entendió que era un trato hecho. Cualquier indicio de desacuerdo habría sido recibido con una dura disciplina. El agente de aduanas sella mi pasaporte y me lo devuelve. ―Bienvenido a España ―dice y me hace señas para que pase. El aeropuerto de Barcelona es enorme y extenso. Cambio mis dólares por euros, me compro un pan y un espresso y me siento en una pequeña mesa del café. Necesito seguir moviéndome para que sea más difícil localizarme, pero
¿a dónde debo ir? Ya no tengo teléfono, así que ni siquiera puedo investigar nada en línea. Hay dos pantallas gigantes encima de mí que rotan a través de lo que parece ser una lista interminable de vuelos. Los observo mientras mastico, y justo cuando me las arreglo para leer toda la lista una vez, un grupo de jóvenes británicos se sienta a la mesa a mi lado.

―No veo la hora de ver a Solomun ―dice emocionado uno de ellos― Tocará mañana por la noche en Revolvr, y todos dicen que es la fiesta más salvaje.