16.

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Cuando el último adolescente se marcha son pasadas las cinco de la mañana, toda su familia se encuentra sumamente cansada, al igual que Harry, quien ha despedido a todos sus amigos antes de correr a su habitación sin esperar a que los adultos terminen de irse.

Solo quiere ponerse una pijama calientita y acurrucarse bajo sus cobijas por horas y horas sin parar.

Sin embargo no espera que cuando finalmente entre a su habitación Regulus lo empuje contra la puerta sin darle tiempo de reaccionar, colocándole seguro y mirándole con una sonrisa de lado.

Todo pasa tan rápido que tiene que tomarse largos segundos para comprender lo que pasa.

Se siente como su presa.

—Me asustaste —se queja una vez puede reaccionar, con el corazón latiendo rápido y una sonrisa nerviosa—, pensé que estabas despidiéndote de tus amigos.

—Pueden encontrar el camino a casa solos —se encoge de hombros, despreocupado.

Harry le da una mirada rápida. Regulus no trae puesta camisa, y sus pantalones se encuentran sin cinturón y desabrochados, casi a medio quitar. Verlo de esa forma le hace sentir ansioso.

El ojiverde pensó en decir algo para aligerar la tensión que había entre ellos, pero no puede pensar en nada que no sea lo mucho que desea al contrario, es cuestión de segundos para que su cuerpo reaccione antes que su mente y pegue sus labios con los del mayor.

Regulus le presiona levemente contra la puerta de la habitación, tomando el control y besándolo a su antojo, introduciendo rápidamente su lengua dentro de la boca ajena. El beso tiene sabor a alcohol y cereza, a Harry no le gusta la segunda cosa, pero viniendo de los labios del contrario no puede quejarse en lo absoluto.

Toma una fuerte respiración cuando Regulus deja sus labios por unos segundos, intentando recuperar el aliento. Sin embargo siente que se ahoga con su propia saliva cuando el Black pasea sus labios por su cuello. Labios cerrados pero húmedos acariciando el lugar, de forma que no debería producirle escalofríos.

Entonces el mayor abre su boca, y presiona un beso que pronto comienza a volverse más húmedo. Antes de que pueda evitarlo jadea, se siente muy receptivo a lo que sea que Regulus haga. Siempre ha sido así. Y eso no cambia cuando esté comienza a succionar celosamente su piel.

Él no puede quejarse, le encanta. Podría tener todo su cuerpo lleno de sus marcas y no le importaría.

Harry no está acostumbrado a tenerle cerca con ese nivel de intimidad, por lo que no puede evitar suspirar sorprendido cuando este le presiona con más fuerza. Puede sentir todo su cuerpo, y con todo también se refiere a algo a medio endurecer que se instala contra su abdomen.

Siente que pierde la respiración cuando Regulus hace un movimiento para darse un poco de alivio.

No pensó que cuando dijo que tendría miedo hablaba de en serio hacer algo, pero nuevamente, no se queja en lo absoluto.

Tal vez Evan tenía razón. Y ahora que era mayor sería difícil quitarse al hombre de encima. Sin embargo apenas la idea viene a su mente la desecha, no quiere tener al mejor amigo de Regulus en mente en un momento como este.

Después de un segundo de vacilación le aleja de su cuello, intentando alcanzar sus labios en otro ansiado beso. Lo necesita, quiere besarlo hasta que sus labios ardan y pueda sentir su sabor en la boca.

Su intento es interrumpido por un toque en la puerta que le hace saltar sorprendido.
Inmediatamente intenta girar para abrir, pero el cuerpo del contrario no le permite tal movimiento.

Regulus no parece dispuesto a apartarse, y el que le vean en ese momento tampoco parece ser una buena idea—. Responde —dice contra su oído antes de alejarse para poder mirarlo.

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