capitulo 8 (la otra cara de la moneda )

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Desde las profundidades del abismo, Nihilus emergió con la guadaña divina en mano. La oscuridad lo rodeaba como un manto, sus ojos brillaban con un fulgor malévolo mientras observaba el campo de batalla que se extendía ante él.


Las fuerzas del Duque se alineaban en formación, listas para aplastar a la rebelión y someter a su pueblo una vez más bajo su yugo opresivo. Nihilus sonrió con satisfacción, sabiendo que su influencia había comenzado a surtir efecto.


La guadaña en su mano zumbaba con poder, ansiosa por derramar sangre y cosechar almas. Nihilus había hecho un pacto con el Concepto Superior, y ahora estaba listo para cumplir su parte del trato.


Con un gesto de su mano, Nihilus dio la orden de avanzar. Las fuerzas del Duque cargaron con ferocidad, desatando el caos y la destrucción a su paso. El sonido de la batalla llenaba el aire, mezclado con los gritos de los moribundos y el choque de las armas.


Nihilus observaba con placer la carnicería que se desataba, saboreando el miedo y la desesperación de aquellos que se atrevían a desafiar su poder. La guadaña en su mano cortaba sin piedad, segando vidas y sembrando el caos dondequiera que iba.


La guerra había comenzado, y Nihilus estaba en su elemento. Con cada alma que caía ante su hoja, su poder crecía, alimentándose del sufrimiento y la desesperación de los caídos.


El destino del pueblo estaba en juego, y Nihilus estaba determinado a asegurarse de que cayera bajo su dominio implacable.


Nihilus se lanzó a la batalla con furia desatada, su guadaña divina cortando a través de los magos de ambos ejércitos como si fueran simples marionetas. Con cada movimiento, desataba torrentes de energía oscura, envolviendo a sus enemigos en un frenesí de destrucción.


Los magos, por más hábiles que fueran, no eran rival para el poder desatado de Nihilus. Con un gesto de su mano, hacía que las sombras se retorcieran y se enredaran alrededor de sus oponentes, atrapándolos en una red de oscuridad impenetrable.


Los hechizos de los magos enemigos se desvanecían ante la oscuridad implacable de Nihilus, sus ataques siendo absorbidos por la vorágine de energía que lo rodeaba. Con cada victoria, su poder crecía, alimentándose del caos y la destrucción que dejaba a su paso.


Los magos del Duque y de la rebelión miraban con horror y asombro mientras Nihilus se abría paso a través de sus filas, dejando a su paso un rastro de muerte y desolación. Era una fuerza imparable, un ser de pura oscuridad que parecía desafiar las leyes mismas del universo.


Con cada golpe de su guadaña y cada estallido de sus poderes, Nihilus demostraba su dominio absoluto sobre el campo de batalla. Era una fuerza aterradora, una encarnación del caos y la destrucción que no conocía límites ni piedad.


Mientras la guerra continuaba rugiendo a su alrededor, Nihilus se alzaba como una figura ominosa en medio del conflicto, su presencia eclipsando a todo lo demás. Era el amo y señor de la batalla, un ser temido por todos aquellos que se atrevían a desafiarlo.

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