Con el ojo izquierdo convertido en blanco y una aureola roja y negra sobre su cabeza, Gosen avanzaba con determinación hacia Nihilus. A medida que se acercaba, su cuerpo empezó a transformarse de manera sorprendente: la mitad izquierda de su ser se oscureció, adoptando una tonalidad negra que parecía absorber la luz a su alrededor. Esta oscuridad estaba salpicada de estrellas de distintos colores, como si representara el vasto universo en su interior.
Nihilus, confiado en su guadaña, intentó usarla con el mismo ataque que había destruido la espada del orden. Sin embargo, se vio completamente sorprendido cuando Gosen alzó su mano izquierda y bloqueó el golpe con una facilidad desconcertante. La guadaña se deshizo en la palma de Gosen, revelando un cosmos en su interior, como si estuviera conteniendo el mismísimo Big Bang en su mano.
Mientras tanto, Eminel, aún debilitada por el combate, logró arrastrarse lejos del enfrentamiento hasta encontrarse con Fill. Este último observaba con incredulidad la masacre que Gosen estaba infligiendo a Nihilus en su nueva y poderosa forma. La escena era tan impactante como desgarradora, y ambos amigos no podían apartar la mirada de la feroz batalla que se desarrollaba ante sus ojos.
Fill y Eminel se reencontraron, y mientras observaban la pelea, Fill preguntó: "¿Cómo sigues viva?". Eminel le explicó: "La guadaña, cuando me atravesó, chocó con mi núcleo mágico en lugar de mi corazón. En resumen, jamás podré manipular la energía de nuevo".
Mientras tanto, Gosen seguía enfrentándose a Nihilus. Golpe tras golpe, Gosen demostraba un poder abrumador. Finalmente, lanzó a Nihilus hacia el cielo y le aparecieron alas con plumas blancas y negras, como si la misma dualidad del universo lo acompañara en su ataque.
Nihilus, arrodillado y suplicando por su vida, fue ignorado por Gosen. Este extendió su mano, y una energía dual, una fusión entre la espada del caos y la del orden, se manifestó brevemente. En un instante, un gigantesco haz de energía brotó de las manos de Gosen, aniquilando todo a su paso.
El poder destructivo arrasó con el castillo del duque y casi todo su ejército. La energía se expandió en todas direcciones, consumiendo todo lo que encontraba a su paso con una voracidad incontenible, hasta que finalmente desapareció, dejando solo desolación a su paso.
Mientras Gosen se dirigía al cementerio, llegó a la tumba de Nigsen para rendirle homenaje. De repente, una figura sombría apareció detrás de él. Sin previo aviso, la sombra lo tomó por sorpresa y lo derribó al suelo, inmovilizándolo con sus manos en la espalda. Gosen luchó por liberarse, pero la sombra lo mantenía firmemente sujeto. Desde las sombras, una voz familiar resonó sarcásticamente: "parece que me extrañaste hermanito"