Capitulo 31

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Jacob...

Han pasado algunas semanas desde que me traje a Sara nuevamente a Alemania, hemos estado tan ocupados inaugurando cada maldita habitación de la casa que me dejé por un momento de mis labores en mis empresas. Lo último que quería era dejarla sola, a pesar de que incremente el número de seguridad en la nueva casa a parte de sus alrededores creando casi hasta seis anillos de seguridad no es exageración, es precaución no quería dejarla sola en la casa

Raquel llegaba a casa junto con su pequeña hermana a hacerle compañía, pero eso no me era suficiente, quería ser yo quien estuviera para ella en todo momento, pero por petición de ella eh venido a trabajar. Claramente Emilio apenas supo de mi llegada comenzó a llamarme como un loco para que me hiciera caso de mis responsabilidades en la empresa

Pero que le jodan a ese imbécil

Yo no sigo ordenes de nadie

Solo de mi futura esposa

Mi futura esposa...

De tan solo pensar en llevarla al altar con un hermoso vestido blanco se me pode dura, por fin hare que todos sepan que es mía, no dejare que nadie se interponga en lo nuestro esta vez. La hare la mujer más feliz de este maldito mundo

-¿Señor Wolf?

Mire hacia el frente, topándome con mi secretaria, la señorita Meyer

Hice una seña para que siguiera pasara a la oficina y me digiera lo que tenía que decirme, ella no era irritante como la loca esa de Natalie, además de que ni falta me hacia su presencia denigrante en mi oficina

-Su madre acaba de llegar y quiere verlo, también tiene una reunión con su hermano y su cuñado para hablar de un tema importante según recito el señor Becker

Me apoye en el respaldar de mi silla para dar un largo suspiro

-Dile a mi madre que pase, luego atenderé esa reunión – la rubia asintió y se fue dejándome solo por unos cuantos segundos hasta que la figura delgada de mi progenitora se hizo presente

-¡Dios mío, ya era hora de que le propusieras matrimonio!, después alguien podía llegar y quitártela – mi cuerpo se tensó ante las últimas palabras de mi madre para mirarla seriamente – No me mire así eh, tengo la razón en mis palabras

-Madre, mataría a cualquiera que se entrometa entre Sara y yo, tu mejor que nadie sabes cuanto me costó encontrarla

-¡Pues por eso mismo te lo digo cabezota! – la pelinegra se sentó en una de las sillas que estaban enfrente de mi escritorio- me imagino que ya no es...

Levante una ceja negando lo obvio

-Lo supuse, no puedes contenerte... - me miro fulminante y yo solo sonreí al recordar todas esas veces que Sara me suplicaba por más – pero bueno, eso no importa. Lo que vine a decirte es que quiero ser yo quien diseñe el vestido de novia de Sara

El entusiasmo de mi madre lo podía notar cualquiera quien estuviera en esta oficina ahora mismo

-Yo no tengo ningún problema en ello madre, pero eso se lo debes de decir a Sara no a mi

-Lo sé, lo sé, por eso eh venido a pedirte que le digas a uno de tus hombres que me lleven a tu casa, nadie sabe dónde vives ahora

Y era cierto, cuando digo que incremente la seguridad no estaba hablando de coña, nadie sabía donde se encontraba nuestro nuevo hogar, incluso los hombres que constataban los anillos de seguridad tenían terminantemente prohibido decir direcciones, nombres, entre otras cosas y si lo hacían se ganaban una bala en la cabeza. Simple

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