Efusivo Error

Intermedio II: Seamos, entonces, marionetistas

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En el hueco andrajoso de la penumbra, miles de guturales voces murmuraban. Todos al mismo tiempo soltando salivazos de tétricos rumores e improbabilidades. Sí, por supuesto que todos estos seres comprendían a la perfección el terrible sesgo de error que se vuelve someterse a las subjetivas palabras de los chismes. La inquebrantable lógica de sus mentes rara vez fallaba en la estrategia del engaño y la política, pero su reciente atisbo de palabrerío subjetivo se debe precisamente a que los hechos no están siendo racionales.

Mucho se habla de humanos, poco se quiere nombran la terrible palabra de... no es necesario entrar en esos bastardos detalles, siempre traen malos recuerdos a las criaturas nocturnas. Retomando, se ha hablado de la intromisión de unos de los suyos con un humano cachorro, exceptuando las conocidas intromisiones traviesas de contratos legales, maldiciones ó tentaciones que algunos oportunistas cuervos suelen promover bajo el inofensivo disfraz humanoide. No, estimadas cabezas repletas de engranes y salvajismo, estamos hablando de una intervención tabú. Más allá del tabú, rompe cualquier rastro de legalidad jurídica, ética del caos, e incluso supone el quebrantamiento del Darwinismo que ha regido desde el inicio de los tiempos.

Oh, el Darwinismo. El trozo de luz oscura nacida de los hombres que fue tan poéticamente compartida con ellos. Tan bella lógica, tan estoico pensamiento, tan acertada observación objetiva... ¿Qué sería de éstos humildes inmortales si no conocieran el pensamiento crítico y juicio analítico? La penitencia del instinto, muy probablemente el destino caería en una masa mórbida de bestias pensantes que, frustrados de no saber cómo operar el raciocinio, habrían atrofiado lamentablemente sus magníficas cualidades intelectuales.

¡Suficiente de cháchara poco esclarecedora al desarrollo narrativo de ésta historia! Seguramente se estarán preguntando las consciencias ajenas a este mundo... ó quizás a ésta dimensión. La ambigüedad de los conceptos utilizados suelen ser un color de cabeza a veces. En fin, dado que son muchos derivados y palabras los que se le dan a este... plano existencial, ya que, sí, las variaciones culturales humanas son también una resaca cuando se lo proponen, lo dejaremos simplemente en: Makai (*). Los habitantes de Makai conocen, como habrás supuesto, la existencia de los humanos y su dimensión en la que actualmente viven. Mas hay un punto clave que todo lector letrado debe tomar en cuenta, este es que: el tiempo no es lineal aquí.

Si bien, los más galardonados youkai han establecido que el Makai, Ningenkai y... ese otro lugar, fueron existencias creadas de manera simultánea, y por lo tanto vinculadas entre sí; el modo de interacción entre ellos sigue siendo un completo misterio. Se ha hablado de que, debido a que está teóricamente comprobado de que en el Makai es imposible realizar la medición del tiempo humano, se concluye que en el Makai simplemente no existe, y que por ello no es lineal, medible ni explicable. Sin embargo, eso no impide que se pueda establecer la comunicación entre humanos y youkai. El Darwinismo demoniaco es la prueba mejor conocida entre los youkai como el resultado de la interacción entre demonio y humano.

Pero claro, ninguno de ustedes ha venido para desentrañar el misterio detrás del contexto histórico del Makai, aunque es difícil esclarecer el término historia aquí, ya que no existe el tiempo y sólo tenemos los vestigios de escritos que bien, pudieron haber venido antes ó después de nuestra existencia.

Los gorgoteos de petulantes monstruos se avivan en la revelación de un nuevo contacto: un pequeño kappa que asegura haber visto al humano que fue intervenido por el youkai. Un estridente barullo gutural entorpece los cuestionamientos, mientras que la excitación agitada en pedregosa violenta a las masas curiosas. Entre el vestigio miserable de demonios ociosos y poco ejercitados de sus facultades intelectuales, la elegante silueta de un youkai traza una seductora sonrisa de satisfacción, y secunda, tras una ostentosa vuelta que abandera su fina capa negra, una suave melodía de risas arrogantes. A nuestro propio saber, dicha conducta es sólo una muestra natural de maldad y malicia perfectamente justificada al instinto y la intelectualización de estos impulsos.