Capitulo XIV: Duelo

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—Gracias por todo, Sakura— Aquella frágil mujer de rubio cenizo rodeo mis hombros con sus temblorosos brazos, y me atrapó en una pesadumbre abrumadora, acompañada del tímido sabor dulzón de sus húmedas mejillas. Y me sabían tan mal, no había nada que agradecer. Una de mis personas más allegadas acaba de desaparecer, transformarse, morir más allá del mero sentido metafórico y espiritual. Lo miré de reojo, él asomándose detrás del marco de la puerta, sin dar un pie fuera de la habitación azul. Ya no existía más Deidara, no había una pizca de espontaneidad en esos sólidos ojos de hielo.

—Siempre que me necesites, ya sabes que puedes llamarme— Le dije, sin saber realmente que decirle. De algún modo todo esto era un duelo, un dolor a la marcha de un amigo pero sin funeral ni vestimenta oscura. Me hallaba descompuesta, decepcionada de todo y nada, demasiado hundida en la tragedia como para sentirme frustrada.

—Lo haré —Ino se separó de mí, sin mirarme a los ojos, pronunció una tenue sonrisa en sus labios—. Sé que mi hermano no volverá a ser el mismo, pero me siento mejor ahora que estás conmigo. Ahora que estuviste a mi lado, que viste a Deidara, entiendo que lo peor ya ha pasado —Ella toma mis manos, advierto que sus nudillos se tornan blancos por la tensión en ellos—. Tenía tanto miedo, Sakura. No supe cómo controlar la situación cuando todo fue caos, no veía a Deidara en esa mirada lejana, sólo una bruma de confusiones y desesperación —Forzó más su agarre, apenas perceptible, pero las venas tensas en sus brazos hablaban de más esfuerzo—. Sakura, ten cuidado con él. Independientemente de la historia que hayan tenido en el pasado, o de la que están teniendo ahora, no puedes fiarte por completo de sus palabras. Porque también es del mismo tipo, de la misma esencia que éste Deidara— Algo crispó en mi interior, una corriente ascendente provocó que los vellos en mi piel se erizaran cruelmente.

—Cuando dices, él... ¿Te refieres a...?

—Sasori —Repentinamente escuché la estática infestar mis oídos, en el fondo deseé que me hubiesen vuelto sorda para no escuchar ese nombre después de su advertencia—. Ignoro si él te lo dijo, pero yo lo sé: está incompleto. No puede volver a ser Sasori, ni puede terminar su proceso. Decir que se encuentra perdido sería condescendiente, porque entiende que su transición se ha bloqueado, lo sabe perfectamente y eso lo vuelve proclive a hundirse en la desesperación.

—¿Y qué si yo tengo algo que ver con eso, con que no esté completo?— Ino ensombreció su iris azulado y estrechó los ojos.

—No dejes que te manipule con la culpa u otra emoción, a eso me refiero con que no te fíes de sus palabras. Deidara ha sido amigo de Sasori por varios años, dime entonces... ¿Por qué no lo ayudó cuando más lo necesitó?

Quise ser sorda, en verdad lo quise. Porque esa frágil semilla de duda fue nutrida tras una fértil lluvia de palabras.

2

Pasé la mayor parte del transcurso del día sintiéndome ansiosa, algo que está perdiendo novedad. No me di cuenta de que mis manos ya estaba por su tercer cuaderno deshojado hasta que Naruto posó sus bronceadas manos sobre las mías. Una ligera línea curva de amabilidad se había trazado en sus labios y unos ligeramente estrechos ojos me observaban con condescendencia.

—Sakura —Susurró en un suave silbido de quietud—. Es momento de descansar. Necesitas relajarte, porque mañana tomarás varias decisiones que necesitarán de tu templanza.

—Pero, Naruto —De repente sentí mi garganta seca, deglutí sin sentirme satisfecha—. Quedamos en reunirnos hoy a la medianoche con Sasuke en su residencia.

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