Mi princesa

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— ¡Sírveme la cena, mujer! — oh si pudiera, San ya habría ahorcado a ese señor, era simplemente detestable para él que se comportara de esa manera.

Su mamá simplemente hizo lo pedido y diez minutos después los tres estaban cenando como la hermosa familia que eran, o que pretendían ser.

— San aún no has traído a ninguna chica, espero que no me salgas con que eres un marica — se rio con gracia mientras él evitó rodar los ojos y responderle como deseaba.

— No es eso papá, solamente no he encontrado a la indicada — porque no existe.

— Oh en eso tienes razón, hoy en día la mayoría de las mujeres son sólo putas, ni a lavar un plato les enseñan — una vez más se tragó sus insultos y esta vez decidió no responder nada.

— Me llené, voy a mi cuarto — las palabras de ese hombre provocaron que se le fuera el apetito y simplemente eligió encerrarse en su habitación.

Aunque su padre le había amargado la noche no pudo evitar que una sonrisa se le escapara al leer el mensaje de Wooyoung.

Prín(cipe)cesa

Cuál color de esmalte te parece más lindo ¿Menta o rosa? (O-O)

20:10

¿Por qué? No me gusta el esmalte >~<

20:15

Tú sólo cállate y elige uno, niño tonto

20:17

Mm, el rosa te queda bonito, princesa

20:17

Algún día te voy a demostrar quién de los dos es la princesa, y espero que no te quejes :D

20:17

Bueno, no sabía por qué, pero eso había sido una punzada directa a la cuerda de tensión.

Y se había sentido bien.

• ────── ✾ ────── •

Con Wooyoung, San había aprendido a ser él mismo, se sentía libre por primera vez y no atado a un montón de estereotipos basura inventados por una sociedad más que nada ignorante.

En el chico de cabellos púrpura había encontrado un lugar seguro, como un oasis en medio del desierto y con cada mes en el que iban conociéndose sentía una conexión más fuerte.

Y no era el único, porque para Wooyoung, San era la persona más interesante con que pasar el tiempo, podían hablar horas y horas sin aburrirse de ello.

Por eso luego de medio año ambos sintieron que era momento de hacer algo para avanzar en su relación, sin embargo, nadie era capaz de dar el primer paso y decir o hacer algo.

Hasta hoy.

— Que sea femenino no significa que sea pasivo, cariño — estaban en casa del de cabellos púrpura, específicamente en su cuarto, era usual coquetear entre ellos como una especie de "Bromance" aunque ambos sabían que era más que eso.

— Pruébalo princesa.

San había tocado el tema de los roles insinuando que si estuvieran en una relación él sería el activo, cosa que ni Choi mismo se creía, pero le gustaba retar a la persona de la que estaba secretamente enamorado, cosa que en este caso podría definir como un error, lo comprobó cuando la mirada ajena cambió para oscurecerse como nunca la había visto.

Wooyoung sonrió de lado aprisionándolo contra la pared blanca de la habitación y sosteniendo sus muñecas por encima de su cabeza con una de él.

Un agarre firme, y oh vaya, eso había sido un ataque directo a la tensión acumulada en su pantalón.

Con su mano libre lo tomó del mentón alzando su rostro y acercándolo a él para hablar sobre sus labios susurrando cada palabra con el único objetivo de tentarlo.

— Dime cariño, ¿Acaso te pone ser jodido por una princesita como yo? — le había recalcado su apodo de forma sarcástica — Porque pareces pedirme a gritos que te lo haga ahora mismo.

Acarició los delgados labios y su sonrisa se volvió más amplia al encontrarlo sumiso ante su toque.

— Mírate, todo sumiso y pasivo para mí, ¿Estás segura de que la princesa no eres tú mi amor? ¿Te han comido la lengua los ratones, gatito? — San tragó en seco y Wooyoung se deleitó viendo su manzana de Adán subir para volver a bajar con una lentitud abrumadora, llamándole, tentándole a morderla, a pecar tanto como él lo había hecho por Eva.

Jodida mierda, San debería ser ilegal.

Acercó su rostro a los labios contrarios, mirando lo rosas, delgados y brillantes que eran. Cada centímetro del chico pelinegro era perfecto a los ojos del más alto.

— W-Wooyoung — escucharlo tartamudear con su voz usualmente grave volviéndose aguda, quebradiza por el deseo junto a el anhelo era excitante. Sentía la tela del pantalón apretándole.

— Ni siquiera te he hecho nada y ya estás casi jadeando, desesperado por mi toque, ¿Lo quieres?, ¿Realmente quieres que te joda, San? — no alcanzó a responder cuando sus labios fueron tomados con brusquedad por los contrarios haciéndole casi gemir de sorpresa, pero aun así respondió con la misma intensidad sintiendo como el otro chico soltaba sus muñecas para tomar sus caderas y guiarlo a su cama.

No iba a negarlo, estaba nervioso. En los intentos de relación que había tenido en el pasado nunca llegó tan lejos como para asegurar que iban a hacerlo, la mirada que Wooyoung le había regalado en cuanto lo retó le dijo en pocas palabras que de esa habitación no saldría virgen.

Cuando la lengua ajena ingresó en su boca, la parte trasera de sus rodillas habían tocado la cama, después sintió como era alzado en brazos y tumbado sobre ella con poca delicadeza.

No habían hecho nada aun, pero Jung era bastante demandante con su toque a pesar de que su apariencia gritara todo lo contrario, eso le prendió más. Él era todo lo contrario a lo que le habían enseñado sus anticuados padres, todo lo contrario, a lo que la sociedad pensaba y todo lo contrario a lo que creyó la primera vez que le vio.

Esa falta de control sobre la situación lo desorbitaba de una manera en la que solamente podía pensar en ese hombre encima suyo que ahora tenía sus labios en su cuello y San podía asegurar que le dejaría marcas.

Su cuerpo quemaba por todos lados exigiendo más.

— No me has respondido, hasta que no lo hagas no seguiré — escuchó con un tono más grave al que acostumbraba a escuchar cuando se trataba de Wooyoung.

Tuvo que esforzarse para recordar lo que había preguntado y conseguir formular una respuesta coherente en su boca.

— Sí quiero.

— ¿Qué quieres, princesa?

— Que me jodas.

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