Tal vez no tanto

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Intentó.

Juro que intentó hablar con su novio de la situación y enfrentarlo para aclarar lo que había sucedido el sábado, porque él no quiso responder ninguno de sus mensajes ni llamadas hasta el lunes, que se vieron en la universidad. De hecho, habían conversado sobre eso por encima en el almuerzo, él le había prometido que lo hablarían en cuanto llegasen a su casa.

Pero apenas cruzaron la puerta de su departamento, San literalmente le saltó encima besándolo con profundidad y enrollando sus largas piernas en su cintura. Si Wooyoung tuviera un poco menos de fuerza los dos probablemente hubieran terminado en el piso, menos mal no era el caso, así que logró sostenerlo por los glúteos mientras le devolvía el beso, inmediatamente retomando el control y su preocupación se esfumó entre la niebla de la lujuria y el deseo cuando el pelinegro comenzó a restregarse contra él como si ambos no fueran nada más que animales en celo con la necesitad ferviente de desahogarse en el otro.

O de ahogarse. Consumirse como papel en el fuego.

Ni siquiera recuerda cómo, pero ni siquiera llegaron a la habitación; en su lugar estaba acostado bocarriba en la alfombra de la sala mientras San, casi ido, saltaba sobre él. Comenzó a impulsar sus caderas para ayudarlo, pero cuando lo vio cansarse tiró de su brazo para que quedara medio recostado en su pecho y les dio la vuelta sobre la alfombra para quedar encima de él y tomar el control. Nunca había sentido esa ansiedad por parte del pelinegro.

Nunca había sido tan intenso un encuentro entre ellos.

Apenas todo terminó, el pelinegro quedó tan exhausto que se durmió allí mismo, sin molestarse en limpiarse ni tan siquiera llegar a la cama para dormir mejor. Wooyoung lo alzó entre sus brazos y los limpió a ambos para acostarse. Se arropó a sí mismo y a su novio con las cobijas para quedarse dormido a su lado, abrazándolo.

Tres horas más tarde, cuando despertó recordó que quería hablar con San desde el principio, en su lugar se había dejado llevar, como siempre. Por suerte, él no se había ido, estaba sentado a su lado en la cama, con la mirada perdida, ni siquiera parecía haberse dado cuenta de que Wooyoung había despertado hasta que este le tomó la mano con una sonrisa que pretendía ser reconfortante, seguía estando consciente de lo difícil que era.

— Siento haberme ido así el sábado... Y no haberte respondido en todo el fin de semana — fue lo primero que le dijo sin mirarlo a los ojos, su tono de voz bajo y tímido, como su novio nunca lo había escuchado, le dejó una sensación de opresión en el pecho verlo tan vulnerable.

— Está bien gatito, no me enojé ni nada, simplemente me preocupé por ti — se sentó también en la cama alcanzándole su sudadera blanca de Hello Kitty a San, al verlo frotando sus brazos por el frío. Él se la recibió con una sonrisa y se la puso, acurrucándose después en su pecho.

— Lo sé... Verás, mi padre es muy estricto. No sólo conmigo, sino con todos en la casa y cuando las cosas no son a su manera se vuelve un infierno, por eso me asusté tanto al saber la hora cuando desperté. — se sentía incapaz de levantar la mirada, no era una persona que contase sus problemas ni su vida personal a otras.

Pero Wooyoung era su novio, después de todo lo que ha hecho por él, lo mínimo que podía hacer era tenerle confianza. Además, era consciente de que no debió desaparecer así, él pudo haber pensado que algo grave le sucedió. La realidad es que estaba avergonzado.

No necesitaba todos los detalles, con lo que había visto era suficiente para saber que, su padre era más que sólo estricto y que seguramente los golpeaba.

— Entiendo... Sabes que no puedo dejar que sigas viviendo así, ¿Verdad? — le tomó el mentón con delicadeza para hacer que lo viera a los ojos, esperando que su mirada le transmitiera el apoyo que quería darle.

— Yo no puedo dejar a mi mamá y a mis hermanos solos con él, amor. No es como si pudiese enfrentarlo ni nada, pero me atemoriza abandonarlos a su merced. Sé que si llego a escapar permanentemente enloquecerá — Wooyoung le apretó la mano.

— No tienes que dejarlos, él es el que tiene que irse de sus vidas. Escucha, mi mamá es abogada, sé que ella puede hacer algo al respecto.

— Me moriría de vergüenza, ella ni siquiera me conoce.

— Tal vez no como mi novio, porque he respetado tu decisión de mantener las cosas en secreto, pero sí sabe de tu existencia y estoy seguro de que le encantará ayudarlos — San volvió a bajar la mirada, pensando las cosas — Confía en mí, ¿Está bien? — al escuchar esas palabras se abrazó con más fuerza al torso ajeno e inspiró profundamente, sabiendo que a él le creería siempre a ojo cerrado cualquier cosa que le dijera.

— Sí, siempre. Gracias.

The FemboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora