Capítulo 8

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Volvimos a la fiesta para buscar a Joss y los demás y marcharnos todos juntos a nuestras casas. No tenía muy claro si era porque había estado fuera cerca de una hora, pero cuando llegamos a la casa, había muchísimas más personas que en un principio.

Buscamos a los chicos entre la multitud. Vimos a Joss junto con Lucas y Benjamín sentados en una tumbona. Bueno, Joss estaba en una forma rara, se encontraba estirado con las piernas hacia arriba y los brazos sacados por ambos lados de la hamaca mientras su cabeza la tenía hacia atrás con los ojos cerrados. Parecía relajado.

O contentillo, que también puede ser.

Puede que también. Nos acercamos a ellos y les saludamos, Lucas fue el primero en vernos, sonrió de oreja a oreja y nos saludó con la mano.

-¿Dónde habéis estado? -preguntó cuando nos sentamos a su lado.

Miré a Apolo de reojo, él se encogió de hombros y también me miró de reojo.

-Por ahí.

Lucas rodó los ojos con la poca información que le dió, alzó su mano y la dejó caer con un poco de fuerza en la nuca del de ojos marrones. Este se inclinó hacia delante con el ceño fruncido.

-Pir ihí. La información es clave amigo.

Apolo bufó.

-Cállate, imbécil. Tú solo quieres saber el chisme.

Oculté una sonrisa, porque era verdad. Había descubierto que tanto Benjamín como Lucas eran unos chismosos a más no poder. Cada vez que había una pelea, alguien hablaba mal de otra persona o profesor, ellos eran los primeros en saberlo. Eso sí, no se lo contaban a nadie, sólo a nosotros.

-¡Es que lo necesito! -gritó echando los brazos hacia delante, se inclinó y me miró con una sonrisa bastante inocente-. Ámbar...

-Hemos estado por ahí, Lucas...

Lucas cerró los ojos y alzó los brazos hacia el cielo y gritó:

-¿Que he hecho yo para merecer a esos desagradecidos amigos?

Negué con la cabeza con una pequeña sonrisa en mis labios y miré a Joss. Fruncí el ceño y alargué la mano para apartarle el cabello rubio de la frente.

-¿Estás bien? -abrió los ojos cuando las yemas de mis dedos rozaron su piel, estaba caliente.

-Estás fría.

Oí como alguien bufaba a mi lado, no hacía falta girarme para saber que era Apolo y saber que había rodado los ojos.

-Contéstale, imbécil.

Joss soltó una risita baja levantando como pudo los brazos en señal de rendición, me miró con una sonrisa, parecía triste.

-Estoy bien, de verdad.

Me levanté de mi lugar y Benjamín me dejó su asiento al ver que quería acercarme más a Joss, se sentó junto a Apolo. Él se cruzó de brazos como un niño pequeño y frunció el ceño.

-Me gustaba más la distribución de antes, por si mi opinión...

-Tu opinión no cuenta, Apolo... -dije en un susurro.

-Ah, vaya, gracias cenicienta.

Sonreí inocentemente, claramente lo dije de broma, menos mal que Apolo supo verlo. Me giré hacia Joss y volví a apartarle el cabello de la cara. Me incliné hacia delante y quedé frente a su cara, volvió a abrir los ojos y sonrió.

-Hola, querida prima.

Sonreí de lado.

-Hola, querido primo.

Hasta que las estrellas se apaguen (próximamente en físico)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora