Volvimos a la fiesta para buscar a Joss y los demás y marcharnos todos juntos a nuestras casas. No tenía muy claro si era porque había estado fuera cerca de una hora, pero cuando llegamos a la casa, había muchísimas más personas que en un principio.
Buscamos a los chicos entre la multitud. Vimos a Joss junto con Lucas y Benjamín sentados en una tumbona. Bueno, Joss estaba en una forma rara, se encontraba estirado con las piernas hacia arriba y los brazos sacados por ambos lados de la hamaca mientras su cabeza la tenía hacia atrás con los ojos cerrados. Parecía relajado.
O contentillo, que también puede ser.
Puede que también. Nos acercamos a ellos y les saludamos, Lucas fue el primero en vernos, sonrió de oreja a oreja y nos saludó con la mano.
-¿Dónde habéis estado? -preguntó cuando nos sentamos a su lado.
Miré a Apolo de reojo, él se encogió de hombros y también me miró de reojo.
-Por ahí.
Lucas rodó los ojos con la poca información que le dió, alzó su mano y la dejó caer con un poco de fuerza en la nuca del de ojos marrones. Este se inclinó hacia delante con el ceño fruncido.
-Pir ihí. La información es clave amigo.
Apolo bufó.
-Cállate, imbécil. Tú solo quieres saber el chisme.
Oculté una sonrisa, porque era verdad. Había descubierto que tanto Benjamín como Lucas eran unos chismosos a más no poder. Cada vez que había una pelea, alguien hablaba mal de otra persona o profesor, ellos eran los primeros en saberlo. Eso sí, no se lo contaban a nadie, sólo a nosotros.
-¡Es que lo necesito! -gritó echando los brazos hacia delante, se inclinó y me miró con una sonrisa bastante inocente-. Ámbar...
-Hemos estado por ahí, Lucas...
Lucas cerró los ojos y alzó los brazos hacia el cielo y gritó:
-¿Que he hecho yo para merecer a esos desagradecidos amigos?
Negué con la cabeza con una pequeña sonrisa en mis labios y miré a Joss. Fruncí el ceño y alargué la mano para apartarle el cabello rubio de la frente.
-¿Estás bien? -abrió los ojos cuando las yemas de mis dedos rozaron su piel, estaba caliente.
-Estás fría.
Oí como alguien bufaba a mi lado, no hacía falta girarme para saber que era Apolo y saber que había rodado los ojos.
-Contéstale, imbécil.
Joss soltó una risita baja levantando como pudo los brazos en señal de rendición, me miró con una sonrisa, parecía triste.
-Estoy bien, de verdad.
Me levanté de mi lugar y Benjamín me dejó su asiento al ver que quería acercarme más a Joss, se sentó junto a Apolo. Él se cruzó de brazos como un niño pequeño y frunció el ceño.
-Me gustaba más la distribución de antes, por si mi opinión...
-Tu opinión no cuenta, Apolo... -dije en un susurro.
-Ah, vaya, gracias cenicienta.
Sonreí inocentemente, claramente lo dije de broma, menos mal que Apolo supo verlo. Me giré hacia Joss y volví a apartarle el cabello de la cara. Me incliné hacia delante y quedé frente a su cara, volvió a abrir los ojos y sonrió.
-Hola, querida prima.
Sonreí de lado.
-Hola, querido primo.
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Hasta que las estrellas se apaguen (próximamente en físico)
Romance« los ojos siempre le pertenecen a la persona que los hace brillar » Un accidente. Una pérdida. Y un alma rota. Tras aquella horrible noche de lluvia, Ámbar sufrió un accidente junto a su padre. Aquél accidente le dejará una marca permanente en su c...