Capitulo 55

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Mientras todos los demás luchaban, Sigfried y Lancelot, que habían terminado juntos, se escabullían por un pasaje secreto de la Segunda Prisión que conduce directo a Judecca. Este camino secreto fue uno que el Sensei les informo a todos para usar, en caso de que hubieran llegado cerca de la Segunda Prisión.

-Te digo algo, no esperaba que estuvieras tan calmado- comento Siegfried a su compañero espadachín, tras unos minutos de caminata silenciosa.

-¿A que te refieres?- Pregunto curioso el descendiente de Lancelot.

-A que con gente poderosa como los Jueces del Inframundo, creí que te volverías loco y correrías emocionado a luchar contra ellos- se explico.

Claro, él mismo deseaba luchar contra ellos, pero podía controlar mejor sus ganas de luchar, a comparación de Heracles, Cao Cao, o el mismo Lancelot.

-Ah, eso. Bueno... no te equivocas. Lo hubiera hecho en otras circunstancias, pero ahora tenemos una misión muy importante. Soy un lunático de las batallas de pies a cabeza, pero el trabajo esta antes que el deseo-.

El ex-exorcista parpadeo sorprendido. -Es... mucho más racional de lo que pensaba-.

-Pero claro... si de camino nos topamos con un Juez del Inframundo que nos moleste, me ocuparé de él- agrego con una sonrisa casi maniática.

-Y tuvo que arruinarlo con eso-.

Da igual. Mientras logren su cometido, es lo único que importa. Por ahora, debían llegar a Cocytos. Por lo que podía sentir, sus aliados no aguantarían mucho.

Sin que lo notaran, Triptolemos estaba viéndolos en la cima de un risco.
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Suikyo se cruzo de brazos tras terminar la ejecución de su técnica. Nunca la había usado, pero gracias a la Estrella Maligna en su interior, sabía la pose y la forma en ejecutar la Ilusión Galáctica. No solo esa técnica, sino que también podía sentir que había otra técnica aun más fuerte del Espectro de Garuda que podía usar. Tal vez si no hubiera dependido solo de sus técnicas de hielo hubiera podido llegar más arriba por las Casas del Zodiaco.

No uso la técnica a toda potencia para no matarlos, pero aun así fue bastante el daño que les dejo. El tipo grande de los guantes de cohete estaba tirado boca abajo en el suelo, pareciendo un cadáver. La Amazona de Plata estaba boca arriba sobre una roca, su armadura casi totalmente destruida, salvo unas partes que protegían su pudor.

El único aun consciente era el hombre de un ojo. Estaba con heridas por todo su cuerpo, aunque sin sangre ya que la técnica cerró cualquier herida al mismo tiempo que la abría, pero todos, o la mayoría de sus huesos deben estar rotos.

Pero el que pudiera ponerse de pie después de eso era de admirar.

-Oye... aun no terminamos- dijo Harbinger, hablando con esfuerzo mientras luchaba para que el aire entrara en sus pulmones. -Tu... no usaste todo tu poder en ese ataque, ¿verdad?-.

-Claro que no. Nadie usaría una flecha para matar hormigas-.

-Hormigas, ¿eh? Tal vez seamos hormigas para ti, pero... si no tienes cuidado, estas hormigas te picaran hasta la muerte-.

Ese comentario le intrigo un poco a Suikyo... tal vez este sujeto era más de lo que pensaba.

-¿Cuál es tu nombre, chico?-.

-Harbinger-.

Harbinger. Tiene un presentimiento con este sujeto. Lo probara para ver de lo que es capaz. Así puede ayudar al Santuario al llevarle a un posible candidato apto.

La Leyenda de las Facciones y del SantuarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora