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the accident

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3:00 p.m | Bashville

Narrador Omnisciente

Una tarde tranquila, con el cielo nublado pero sin tapar por completo los rayos del sol, la fresca brisa movía los árboles y las flores que abundaban por el pueblo. Una tarde llena de emoción para aquella grande familia que visitaba aquel lindo pueblo.

Aquella grande familia decidió está vez salir a pasear juntos, fuera de su hogar temporal, recorrer juntos su lugar de destino.

Llegaron juntos al corazón del pueblo, y en donde sus hijas e hijo mayores habían estado antes, el centro, y justo como la última vez, todos se aproximaron a lugares de su interés, aún que permanecían juntos, solo que se concentraban en distintas cosas.

Luego de recorrer un poco y comprar cosas innecesarias solo para satisfacer los caprichos, las hijas e hijo decidieron caminar sin rumbo alguno, dando vueltas por aquí y por allá mientras tanto sus padres descansaban y disfrutaban del día tomando jugos de frutas que compraron en una de las pequeñas tiendas, sentados en mesas con sombrillas que yacían fuera del establecimiento.

Los hermanos estaban haciendo su propio recorrido y mientras tanto todos se entretuvieron con algunos de los caballos que descansaban y golpeaban en un establo por el que estaban pasando, al contrario nuestra deportista no se vió muy atraída ni interesada a estos, por lo que volteaba a los alrededores para buscar algo con lo que entretenerse o simplemente buscar algo interesante.

Hasta que su vista se dirigió hacía atrás.
Ahí estaba.
Cruzando la calle y a unos metros más de distancia.
Estaba aquel bonito parque que había visto la última vez.

Sin decir una sola palabra se alejó del grupo de jóvenes y niños para dirigirse a su propio rumbo.

Tal y como se mencionó antes, la de rojo solo tuvo que cruzar la calle para encontrarse con aquel parque, otra cosa buena en este pueblo.

Esta chica paseaba por todo el parque, observando cada árbol, cada flor, cada fuente, cada banca. Y quién sabe, quizás y encontraba un lugar para jugar con el balón de fútbol soccer que cargaba en sus manos.

Su coleta revoloteaba por el viento y en su cara este pegaba con fuerza brindando una fresca sensación. Aún que sin  llegar a los escalofríos.

Tal y como lo sospechaba, no había ningún lugar apto para jugar con su balón y patearlo repetidas veces. Un punto menos para el pueblo, pensó la deportista.

Seguía caminando para está vez regresar con sus hermanos. Hasta que se topó con algo. Mejor dicho, con alguien.

Su sospechosa estaba de espaldas, sentada en el piso sobre una manta de cuadros rojos y blancos, con la compañía de dos chicas, una morena de chinos y otra pelinegra con rasgos asiáticos. Estaban riendo y habían lienzos, pinturas y una canasta con comida en el centro de la manta.

𝑺𝑼𝑵𝑺𝑬𝑻𝒁 - Lynn Loud JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora