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The fair

The fair

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3:30 p.m | Bashville

Narrador omnisciente

Era un día emocionante para todo aquel pueblerino de Bashville, pues el día tan agradable siendo despejado aún que sin ser muy caluroso y el aire revoloteando libremente haciendo sacudir el césped, las flores y las copas de los árboles les brindaba una sensación de paz y tranquilidad.

Los pajarillos cantores no podían faltar, al igual que el sonido del galopeo de algunos caballos o cualquier otro sonido perteneciente a cualquier otro animal que habita en el pueblo ya sea en establos o viviendo su vida libremente por los alrededores.

Era un día bastante esperado para ellos, pues anualmente en la primavera se lleva la tradición de hacer una feria.

Evento hecho con el fin de aumentar la sana convivencia entre los habitantes y brindarles algo de diversión apartados de sus labores.

Las personas encargadas de gobernar al pueblo son quienes les brindan este evento, sin embargo, usualmente los adultos más destacados suelen ser parte de la organización de este. Justo como este año Mía, la madre de las Miller lo sería.

Normalmente se suelen hacer comidas o banquetes, actividades de recreación, entre otras, suele variar dependiendo quiénes estén a cargo.

Yendo con las Miller, la madre de estas se encontraba fuera de casa, pues tenía asuntos de último momento que resolver para que todo en el evento esté en orden; mientras que las hijas se encontraban en casa a diferencia de su madre ellas estaban bastante despreocupadas.

Si bien su única preocupación sería contemplar sus atuendos para la feria y organizar sus tiempos era algo que no se molestaban en hacer, pues su emoción era tanta que lo habían hecho desde el día anterior.

La mayor de ellas se encontraba en su habitación tocando acordes aleatorios en su guitarra de madera mientras un tazón de fresas y cerezas estaba a su lado.

Mientras que la menor estaba concentrada tomando fotos con una de sus tantas cámaras a su pato Benjamin en el patio de su casa.

La casa Miller estaba sumida en un silencio cómodo y acogedor, pues quizás el único ruido eran las leves risas de Betty junto a los leves graznidos de su mascota, al igual que los suaves y lejanos ruidos de la guitarra acústica de Augustine.

Los rayos tibios y suaves del sol iluminaban cada rincón del hogar que lograban entrar por las ventanas y puertas de cristal brindando calidez.

Betty amaba la estética y sensación que su hogar le brindaba, amaba estar en casa y más durante los días cálidos. Era su lugar seguro. Para muchos era fácil considerar el lugar de paredes y un techo que te protege como su lugar seguro, quizás excepto por aquellas personas con problemas personales que no disfrutan el tiempo en casa pero para Betty si y era mucho más que eso.

𝑺𝑼𝑵𝑺𝑬𝑻𝒁 - Lynn Loud JrDonde viven las historias. Descúbrelo ahora