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Seraphine salió de la cabina, encontrándose con Zhao. Sus pasos eran lento pero confiados, uniendo sus manos por detrás de su espalda, el sonido del mar era opacado por los aparatosos ruidos de los barcos de su flota siguiéndolos.
—He visto al General Iroh pasear en busca de té de jazmín—la voz de la capitana atravesó su sentido del oído haciéndolo girar tan solo un poco—. Parece que me perdí de algo mientras dormía.
—El Príncipe Zuko murió en un trágico accidente y el General Iroh se unió a nuestra expedición para vengarse de lo piratas.
—¿Un accidente?—levanta las cejas.
Una vez que ella estuvo a su par, Zhao volvió la vista al horizonte, donde pronto verían el enorme miro de la tribu del norte.
—Si, los piratas se han vuelto muy atrevidos en estos días.
Rhys quería reírse. Un pirata evitaría cualquier barco de la armada de fuego. Además de que casi todos sabían que barco usaba el príncipe desterrado.
—¿Por qué razón traer al General Iroh? ¿Acaso dudas de tus nulas habilidades de dirigir este ataque?—Seraphine inclina la cabeza divertida.
—Sera mi consejero, es un ganar-ganar.
—Lo dudo—ella se encogió de hombros—. Quieres a alguien a quien culpar cuando todo salga mal, ¿Es por lo que dije en el consejo de guerra?
Zhao sin duda quería ahorcar a la joven atrevida Rhys. Pero tenía razón. Volver a fallar no lo hacía mejor que Zuko.
Mucho menos ante los ojos del Señor del Fuego.
—Tal vez.
Seraphine asintió.
—¿Has informado al Señor del fuego sobre la muerte de su primogénito? Incluso si el príncipe está exiliado, sigue siendo el primero en la linea de sucesión.
No es que le importara realmente al hombre. Había descartado fácilmente a Zuko.
—Ahora lo es la princesa Azula— desdeño el hombre.
La pelinegro asintió. Azula siendo la siguiente en la línea. Seguramente ella estaría más que feliz celebrando la supuesta muerte de Zuko
—Supongo que lo es—fue lo único que pudo decir antes de darse la vuelta.
Volver a barco y tal vez jugar como doble agente para el Príncipe y el General Iroh. Tal vez eso lo haría más divertido.
Al menos hasta la invasión a la tribu del norte.
—¿Conoces lo que es un espíritu guardián, capitana Rhys?
Seraphine se detuvo en seco. Bajo la mirada pero no encaró al hombre.
—Bueno, su nombre lo dice, ¿No?
Pese a su respuesta sarcástica. Seraphine se tenso en su totalidad. Y parecía lista para acabar con su vida.
