No fue nada realmente impresionante, si bien se sentía aturdido e incapaz de moverse, el hecho de que no lo levantaran con un balde de agua sucia y fría era una buena señal, la fría luz brillante que casi atravesaba sus párpados cerrados comparada con la vieja bombilla amarilla colgante que apenas iluminaba el oscuro espacio en el que estaba restringido pudo darle una idea del lugar en el que se encontraba. Pudiendo sentirse sobre un rígido colchón con una almohada en lugar del pegajoso piso, más el olor a antisépticos con el constante pitido de una maquinaria a cambio del fuerte olor a sangre, orina y ratas junto al desagradable chillido de algunas de estas, supo inmediatamente de que por el momento estaba a salvo.
Habiendo estado entrando y saliendo constantemente en un estado de conciencia e inconsciencia pudo juntar la suficiente energía para abrir los ojos, una vez adaptado a la luz artificial evaluó de mejor forma su entorno con lo poco que podía moverse, satisfecho por identificar el hospital en el que se encontraba se permitió relajarse un poco.
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Los doctores utilizan tantas palabras técnicas para describir sus diversas lesiones que lo terminan mareando por la sobrecarga de información, es un alivio que Natsuo le termine explicando su estado con palabras más fáciles de entender.
La fisioterapia inicia lo más pronto posible para no atrofiar aún más su condición física, es doloroso, pero no le tienen compasión alguna. Tampoco es que se queje en voz alta, ya está acostumbrado a ello. Lo único que hace la situación es traerle algunos recuerdos agridulces en realidad.
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La memoria muscular es algo realmente sorprendente y lo que le asombra aún más es que esta siga presente.
La enfermera grita escandalizada cuando su mano sale disparada instintivamente hacia su cuello, ni siquiera sabe cómo fue capaz de moverse, supone que la adrenalina puede hacer maravillas en el cuerpo de alguien, ha escuchado casos de madres que levantaron autos enteros simplemente para salvar a sus hijos.
Cuando regresa en sí, su rostro está enterrado en el cuello de alguien, puede escuchar a Bakugo murmurando palabras de consuelo en su oído mientras el fuerte agarre inmovilizador en sus muñecas se suaviza pero no lo abandona.