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CAPÍTULO 19

MARÍA SOLO TUVO UNOS SEGUNDOS PARA MANDARLE UN MENSAJE A BELÉN ANTES DE QUE MATÍAS LA BESARA. Sus manos no parecían poder despegarse de la chica, ignorando al conductor del Uber mientras María respondía a su beso con la misma pasión.

En su mensaje le había explicado a Belén que repentinamente había empezado a sentirse mal por todos los tragos que había tomado y Matías había ofrecido acompañarla a su departamento. Al vivir juntos, sonaba creíble, y le había pedido a su hermana menor privacidad con el asunto, es decir, que no le contara a Lola, Victoria o Dominique.

Cualquier tipo de preocupación por las sospechas de sus amigas desapareció por completo de la mente de María. Lo único en lo que podía pensar era en cómo las manos de Matías se sentían al recorrer sus muslos y en lo adictivos que sonaban los gemidos del chico cuando María tiraba de las raíces de su cabello.

Al llegar al edificio, una risa escapó de los labios de María por la rapidez en la que Matías tiró de su muñeca para ingresar al lugar. La pasión entre ambos no se detuvo ni siquiera en el ascensor, con Matías distraídamente presionando el botón de su piso mientras María comenzaba a dejar chupones a lo largo de su cuello.

— No te contenes las ganas. -señaló Matías, apoyando sus caderas contra las de la chica para tratar de aliviar la presión que comenzaba a sentir.

María rodó sus ojos, agarrando una de las manos de Matías para guiarla hacia uno de sus pechos. — ¿Y vos estas muy tranquilo? -preguntó con sarcasmo, apoyando la mano de Matías sobre su escote.

La reacción de Matías fue apretar el pecho de María, soltando un gemido al sentir cómo la chica apoyaba su rodilla contra la entrepierna del chico donde comenzaba a evidenciarse su erección.

Matías soltó una risa en medio de su respiración trabajosa, inspirando hondo para tranquilizarse. En cuanto el ascensor llegó a su piso, sus manos encontraron la cintura de María para guiarla dentro del departamento.

María apenas ingresó al departamento cuando los labios de Matías se juntaron con los de ella. Sus manos estaban aferradas a la cintura de la chica quien soltó un gemido tembloroso en cuanto su espalda chocó contra la puerta. María acercó sus labios hacia la oreja de Matías cuando el chico comenzó a levantar su vestido negro.

— ¿Hace cuanto venís pensando en esto? -preguntó María en un susurro, levantando sus brazos para retirar su vestido por completo.- En tenerme así, toda caliente por vos.

La respiración de Matías se volvió más trabajosa ante las palabras de la chica. — Desde esa noche en Uruguay. -respondió mientras los dedos de María habilidosamente retiraban su camisa.- Si no aparecía ese mesero no iba a parar hasta que gritaras mi nombre.

El vestido de María y la camisa de Matías quedaron desparramados por el piso. Ambos se dirigieron hacia el cuarto de Matías, con besos entre sus murmullos y leves risas. Las piernas de Matías chocaron contra el borde de su cama, acomodándose para sentarse contra el respaldo mientras María se sentaba a horcajadas de él.

Los labios de María dejaron numerosos besos por el pecho de Matías mientras el chico la ayudaba a retirar su cinturón. Al dejarlo en el piso, María notó la mancha que comenzaba a formarse sobre los jeans de Matías. No tuvo tiempo para poder decir algo debido a que todo el aire escapó de sus pulmones al sentir la mano de Matías deslizarse por debajo de su ropa interior.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora