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PARTE DOS

CAPÍTULO QUINCE


LOS NERVIOS DE MARÍA LA CARCOMÍAN POR DENTRO. Ni siquiera podía echarle la culpa a sus náuseas, considerando que el revoloteo en su estómago se debía a la expectativa de finalmente ver a Matías y poder conversar con él. Tenía que admitir que la comida del restaurante, el cual todavía seguía provocandole disgusto cuando pensaba en él, era realmente buena, o al bebe le gustaba la calabaza.

De todos modos, trató de calmar sus nervios al respirar hondo. Matías no había bajado a abrirle, directamente avisando al portero que la dejara pasar. El trayecto por el ascensor era silencioso, dándole a María suficiente tiempo para poder ensayar sus palabras. Sin embargo, estaba demasiado distraída tratando de pensar de quien era el departamento al que se dirigía, considerando que Matías todavía no había encontrado un lugar en el que vivir en Capital.

A pesar de que no había bajado a recibirla por su enojo, Matías no pudo contenerse. Luego de acomodar rápidamente los platos sucios y papeles de cigarrillo tirados en la mesa, se dirigió hacia la puerta para abrirla antes de que María pudiera siquiera tocar el timbre.

La chica pestañeó en sorpresa, tragando saliva al ver como el chico trataba de disimular que estaba respirando con dificultad. — Hola. -saludó tentativamente.

Matías hizo lo mejor para no mostrar su genuina desesperación y nervios al finalmente tener a María frente a él. — ¿Cómo va? -saludó en voz baja, tomando un paso hacia atrás para dejar pasar a la chica.

María ingresó al departamento, ajustando su agarre sobre su cartera de cuero. No podía creer cómo luego de cenar con Felipe estaba en un departamento vacío con Matías. El chico estaba vestido con unos jeans negros y una camisa del mismo color, lo cual contrastaba con el atuendo más formal que tenía la chica.

Los ojos de Matías recorrieron el vestido corto negro de María, el cual había tratado de ocultar debajo de su blazer del mismo color. — ¿Tan empilchada te viniste? -preguntó, con un leve tono de ironía.

Si los nervios no la hubieran invadido, María hubiera soltado una risa por el comentario de Matías. Sin embargo, no podía revelarle que había cenado con Felipe, por lo que para tratar de aliviar su creciente pánico, dejó que sus ojos recorrieran el departamento. — ¿De quién es este depto? -preguntó con curiosidad.

— De mi hermano más grande. -respondió Matías, guiandola hacia el salón para que evitara ver el desorden en el resto del departamento.- Salió a un boliche hace un rato. Se supone que lo voy a acompañar. -explicó, indirectamente dando más razones a porque la charla debía ser corta.

María levantó sus cejas en pregunta, sintiendo cómo sus nervios eran reemplazados por su frustración. — ¿Te vas a ir de joda después de lo que te dije? -preguntó sin rodeos, sentándose en el sillón al lado del chico.

Aquella pregunta fue lo que hizo que la corta tregua entre ambos se rompiera. Matías pasó una mano por su cabello, respirando hondo para no responderle bruscamente a María. — Estás mal de la cabeza si pensas que podes venir acá a hacerme planteos después de lo que hiciste. -declaró con firmeza.

— ¿Y vos? -soltó la chica.- Desapareciste por completo cuando te dije que vas a ser papá.

Matías negó con su cabeza, frunciendo sus cejas en enojo. — Sabes que no es por el bebe. -respondió cortante.- Quiero estar en su vida y vos me mentiste.

Sus palabras eran ciertas, por lo que María no podía seguir discutiendo. — Te lo iba a decir. -admitió, bajando sus ojos hacia sus manos con vergüenza para evadir la mirada enojada de Matías sobre ella.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora