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A PESAR DE QUE SE ACERCABA EL VIAJE DE MARÍA A ROSARIO, SEGUÍA ASISTIENDO A SUS SESIONES DE FOTOS CON PUNTUALIDAD. Tenía que modelar para la próxima campaña de Anastasia Monaco, y el bronceado que habían aplicado en su piel para que se lucieran sus conjuntos de lencería eran simplemente otro beneficio de aquella producción.
Su favorito había sido el último conjunto, el cual consistía en un vestido rosa prácticamente transparente con unas medias largas de la misma tonalidad que llegaban hasta por debajo de sus rodillas. Tenía un maquillaje leve en su rostro, pero la forma en que habían ondulado su cabello la hizo recordar a las horas que pasaba en el set de maquillaje durante la grabación de la película.
Una sonrisa apareció en su rostro al ver a Felipe, quien la había acompañado a la sesión de fotos. Parecía un novio orgulloso, pacientemente esperando por la chica en uno de los costados del set. No habían especificado quién era cuando habían llegado a la producción, con María simplemente diciendo que era su acompañante antes de llevarlo hacia la mesa donde podría desayunar.
— Cortamos para una pausa. -habló Juliana, la fotógrafa, antes de darle un guiño a María para indicarle que había hecho su trabajo perfectamente.
María se levantó de su lugar donde había estado cómodamente reposando para que se observaran los conjuntos que había modelado. Por su trabajo como modelo, hace años que estaba acostumbrada a utilizar mínimas prendas según el trabajo que fuera, acostumbrada a la atención sobre ella y su cuerpo. Sin embargo, no pudo evitar acelerar sus pasos, resonando sobre el piso de mármol mientras se acercaba a Felipe.
El chico inmediatamente rodeó su cintura con su brazo, depositando un beso sobre la cabeza de la chica. — Que hermosa. -murmuró, pasando su mano por una de las ondas de la chica.
María rió, estirando su cabeza para dejar un beso en la mejilla del chico. — ¿Me lo decís a mí o al conjunto? -preguntó con fingida inocencia.
— A vos. -respondió Felipe, sosteniendo la puerta del camarín de la chica antes de cerrarla detrás de él.
Reposó su peso contra la puerta, observando con total tranquilidad cómo María retiraba las hebillas con las que había mantenido su cabello lejos de su rostro. Sus ojos recorrieron el cuerpo de María, con sus curvas acentuadas por el conjunto que parecía pegarse a su piel. La música que habían puesto durante la sesión sonaba ligeramente dentro de la pequeña habitación, y una sonrisa lasciva apareció en el rostro de María al sentir a Felipe acercarse a ella, enroscando un brazo alrededor de su cintura para mantenerse cerca de ella.
