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PARTE DOS

CAPÍTULO DIECIOCHO


EL CAMISÓN CELESTE DE VICTORIA'S SECRET CONTRASTABA CON EL PISO FRÍO DEL BAÑO. María había decidido que aquella noche lograría reavivar su relación con Matías, considerando las numerosas veces que el chico se había quedado dormido en su cama con ella desde que prácticamente se había mudado a su departamento.

Las primeras semanas solía dormir en la habitación de invitados, pero por los antojos del embarazo de la chica, terminaban los dos despertando en medio de la noche para compartir un helado de chocolate y menta granizada, o unas papas fritas con mucho picante. Aquellas noches terminaban quedándose dormidos en la cama de dos plazas de la habitación de María.

Al despertarse, no podía evitar que apareciera una sonrisa en su rostro al sentir los brazos de Matías manteniéndola cerca de él. Su palma acariciaba su vientre, incluso en sueños, transmitiendo un calor que generaba que María se acurrucara aún más contra él.

Sin embargo, no había planeado las náuseas que provocaron un revoloteo en su estómago. Estar de rodillas frente al inodoro vomitando todo lo que había cenado no era la imagen que quería darle a Matías aquella noche, pero el chico parecía ya acostumbrado. Mientras una de sus manos sostenía su cabello con delicadeza, la otra acariciaba la espalda de la chica, buscando la mejor manera de ayudarla.

Luego de varios minutos, María estiró su mano para limpiar su boca con un trozo de papel higiénico, sintiendo sus mejillas arder por la vergüenza. De todos modos, toda la experiencia no parecía molestarle a Matías, quien acomodo una de las tiras del camisón para evitar que se deslizara del hombro de la chica.

— ¿Te o agua? -preguntó en voz baja, no queriendo alterar a María.

La chica respiró hondo, sintiendo su cabeza levemente mareada a pesar de que sus náuseas habían desaparecido. — Agua. -respondió, con un nudo en su garganta que provocó que su voz saliera más apagada.

Matías permaneció unos segundos más en el baño con la chica, asegurándose de que no volviera a sentirse mal. Por el otro lado, María se recordó a sí misma cuál había sido su objetivo original de la noche. En cuanto el chico se retiró del baño, María se levantó de su lugar, inmediatamente lavando sus dientes para eliminar cualquier rastro del ácido de su vómito y peinando su cabello, acomodando sus ondas de una manera que logrará lucir mejor su camisón.

Cuando Matías volvió, María estaba sentada a un borde de la cama, nerviosamente jugando con el fin de su camisón para tratar de mantener sus dedos ocupados. El color había vuelto a su piel, lo cual hizo que Matías soltara un suspiro de alivio.

— ¿Te sentís mejor? -preguntó, pasándole el vaso de agua antes de sentarse a su lado.

María asintió, cerrando sus ojos mientras tomaba un largo sorbo del agua, sintiendo cómo Matías acariciaba con cuidado su espalda. — Gracias. -murmuró.

En cuanto terminó, Matías dejó el vaso vacío en la mesita de luz, pero no se despegó de ella. Dejó su brazo alrededor de sus hombros, manteniendo a Maria cerca de él, con una mano cerca de su vientre. La chica se acurrucó contra su cuerpo, presionando la mano de Matías sobre su estómago para luego entrelazar los dedos de ambos.

— Leí que cuando termina el primer trimestre empiezan a reducir las náuseas. -habló Matías, dándole un apretón reconfortante a su hombro.

La ternura de María creció dentro de ella por las palabras del chico. Sabía que Matías sería un gran padre por todo lo que había investigado desde el momento en que supo que María estaba embarazada, pero ver sus esfuerzos con cada día que pasaba hacía que todo se volviera más real.

SAFE AND SOUND | MATÍAS RECALTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora