04. One by one

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El rugido de los motores llenaba el aire mientras los pilotos se alineaban en la parrilla de salida, sus monoplazas vibrando con la energía contenida de la competencia que se avecinaba.

Para mí, la emoción y la anticipación eran palpables mientras ajustaba mi casco y arreglaba mis guantes, me preparaba para el desafío que se desarrollaría en las próximas vueltas.

Suspiro y asiento ante las últimas explicaciones de mi ingeniero, cuando todos se van, me doy el tiempo de cerrar los ojos y tomar aire.

—Tú puedes, hoy lo vas a dar todo —me repetía mentalmente, dándome ánimos.

Abro los ojos y aprieto el volante, preparándome para empezar la carrera, mi mirada fija en las luces del semaforo.

Este se encendió, pasando de rojo y apagándose en un destello fugaz, los motores rugieron en un coro unificado cuando los monoplazas se lanzaron hacia la primera curva.

Con el viento azotando mi casco y el corazón latiendo con la emoción de la competencia, me lancé hacia adelante, cada fibra de mi ser enfocada en el objetivo final: la victoria en la pista.

O al menos unos cuantos puntos, con eso me conformaría...

La carrera era una batalla de habilidad y estrategia, con cada piloto luchando por dominar la pista y superar a sus rivales. Con cada curva y cada adelantamiento, sentía la adrenalina bombeando a través de mis venas, mi mente calculando cada movimiento mientras buscaba la ventaja sobre mis competidores.

La pista se extendía ante mí como un lienzo de oportunidades, cada curva una posibilidad de avanzar en el campo y alcanzar mi objetivo final: el podio. Partí desde la posición 17 en la parrilla de salida, pero estaba determinada a convertir ese desafío en una oportunidad para mostrar mi habilidad y determinación.

Mantuve la calma y la compostura mientras navegaba por el caos de las primeras vueltas, buscando oportunidades para avanzar sin arriesgar demasiado en las zonas de frenado.

A medida que la carrera avanzaba, encontré mi ritmo y comencé a presionar hacia adelante. Con cada curva, buscaba el punto de adelantamiento perfecto, aprovechando al máximo la potencia del monoplaza y la habilidad de mi conducción para superar a mis rivales, uno por uno.

En la frenética batalla en la pista, cada adelantamiento era una conquista, una victoria en mi lucha por avanzar en el campo. Desde la recta principal hasta las complicadas chicane, cada sección de la pista presentaba sus propios desafíos y oportunidades, y estaba decidida a aprovechar al máximo cada una de ellas.

A medida que las vueltas pasaban, ascendí en el campo, superando a mis rivales con habilidad y determinación. De posición en posición, luché con ferocidad, cada maniobra calculada y ejecutada con precisión milimétrica.

En la mitad de la carrera, ya me encontraba en el top 5, con la P3 a la vista en el horizonte. Pero sabía que alcanzar el podio requeriría un esfuerzo aún mayor, un último empujón final para superar a los dos pilotos que se interponían entre mí y la gloria.

Con determinación férrea, me lancé hacia adelante, apretando el acelerador y empujando mi monoplaza al límite de sus capacidades. Cada curva era una oportunidad, cada recta una oportunidad para cerrar la brecha y alcanzar mi objetivo final.

Y finalmente, en las últimas vueltas de la carrera, lo logré.

El monoplaza del mexicano quedaba detrás mio, lo cual me dejaba en P3, justo detrás de Lando, mi compañero.

En la radio se escucha la celebración del equipo, junto a las felicitaciones de mi ingeniero.

Mi sonrisa se ensancha y doy un grito alegre, agradecida con este buen resultado.

Oh, oh, te dije que la Grace que todos conocían estaba por llegar...

Al cruzar la línea de meta, la euforia de la victoria me inundó mientras el equipo estallaba en celebración en los boxes. Había pasado de la P17 a la P3 en una carrera épica de habilidad, estrategia y determinación

Cuando salgo del coche, lo primero que siento son los brazos de Lando, envolviéndome en un fuerte abrazo mientras celebra

—¡doble podio, Gracie! —grita en mi oído, me separo y lo miro mal, riendo

—¡ya lo sé, no tienes que dejarme sorda! —ambos reímos y caminamos hacia donde está el equipo, siendo recibidos por gritos de euforia.

La multitud rugía con entusiasmo mientras los pilotos ascendían al podio, la emoción en el aire era palpable mientras se preparaban para recibir sus merecidos premios. En la cima del podio, Max Verstappen irradiaba confianza y satisfacción mientras levantaba su trofeo en alto, su rostro iluminado por una sonrisa de triunfo.

A su lado, Lando Norris ocupaba la segunda posición en el podio. Su rostro estaba marcado por una sonrisa de satisfacción y orgullo, sus ojos brillaban con la emoción de haber alcanzado el podio en una carrera tan reñida.

Y en la tercera posición, estaba yo, lista para recibir mi premio con emoción. A pesar de estar en el tercer escalón del podio, sentía una oleada de emoción y satisfacción por haber logrado alcanzar una posición tan destacada en una carrera tan exigente.

Mientras los aplausos resonaban en el circuito y las cámaras de televisión capturaban el momento, levanté mi trofeo en alto con una sonrisa radiante.

Entre la multitud vibrante de espectadores, pude distinguir la figura de Charles entre los mecánicos y el personal del equipo Ferrari, observando mientras la ceremonia del podio se desarrollaba en la pista.

Nuestros ojos se encontraron por un breve momento, él aprovecha y me sonríe levemente, haciendo una seña con sus dedos, retandome sin remover su sonrisa.

Suelto una leve risa y hago la misma seña hacia él.

Repentinamente, soy bañada en champaña por Lando, el cual aprovecha mi distracción y empieza a rociarme con la bebida.

Aparto la mirada del monegasco y río, agarrando mi botella mientras dejo el trofeo en el suelo.

Empiezo a mojar a Max y a Lando en champaña mientras celebramos juntos nuestra victoria, riendo y bromeando. Arriba, en el podio, entre los grandes.






































































𝕺𝖋𝖋 𝖙𝖍𝖊 𝖙𝖗𝖆𝖈𝖐 - 𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒆𝒔 𝒍𝒆𝒄𝒍𝒆𝒓𝒄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora