La vida de Grace Hill giraba en torno al automovilismo. Su padre, Damon Hill, le había inculcado a ella y a su familia el amor por los coches.
Cuando Grace llega y destruye todo a su paso, alcanzando la Fórmula 1 rápidamente, el mundo se conmociona...
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El anuncio de Zak resonó en la sala con un peso abrumador, como si el aire mismo se hubiera vuelto denso con la noticia que acababa de revelar. Miré a Nolan, mi manager, y a mi padre, con incredulidad y sorpresa, incapaz de procesar completamente lo que acababa de escuchar.
Las palabras de Zak resonaban en mi mente una y otra vez, una cruel contradicción a todo en lo que había trabajado y soñado desde que era una niña. Sentí como si el suelo se hubiera desplomado bajo mis pies, dejándome en un abismo de incertidumbre y temor por mi futuro.
Por más que supiera que mi rendimiento no había sido el mejor últimamente, esas palabras habían movido algo dentro de mi. Y no de la manera en la que me gustaba.
Mi padre, siempre sereno y compuesto, asintió con solemnidad mientras absorbía la noticia. Sé que él también sentía el impacto de la decisión de Zak.
Nolan, por otro lado, parecía visiblemente afectado por la noticia, sus ojos reflejando una mezcla de incredulidad y pesar. Era evidente que no había sido una decisión fácil para él, y que ahora, tanto él como yo, tendríamos que esforzarnos para buscar por cielo y tierra un nuevo contrato. Una nueva escudería. Un nuevo monoplaza que conducir.
Mientras la realidad de la situación comenzaba a hundirse, sentí una oleada de determinación crecer dentro de mí. Esta no era la primera vez que enfrentaba la adversidad en mi carrera, y sabía que no sería la última. Aunque la decisión de Zak era un golpe devastador, no permitiría que definiera mi futuro.
Con el corazón aún pesado por la noticia recién recibida, salí del lugar, sintiendo el peso de la decepción y la incertidumbre sobre mi futuro en cada paso que daba. A mi lado, mi padre seguía en silencio, una presencia incómoda que prefería ignorar en ese momento. Nuestra relación siempre había sido complicada, y en ese momento de vulnerabilidad, no quería enfrentar las emociones tumultuosas que su presencia evocaba en mí.
Mientras caminaba por el paddock en dirección a mi auto, me encontré con Oscar, el chico que posiblemente me reemplazaría en el equipo. Sus ojos se encontraron con los míos, y pude ver la comprensión y la empatía reflejadas en su mirada. Aunque éramos competidores en la pista, en ese momento éramos solo dos personas enfrentando la incertidumbre juntos.
A mi alrededor, un par de periodistas se acercaron, deseosos de obtener mi reacción ante la noticia de mi salida del equipo al final de la temporada actual. Sus cámaras y micrófonos eran como un recordatorio constante de la atención implacable del mundo exterior, una presión adicional que preferiría evitar en este momento de vulnerabilidad.