08. Teenager's love (R)

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📍2013📍

En medio del bullicio del circuito de karting, el sol del verano iluminaba cada rincón, creando destellos dorados sobre el asfalto caliente. Era un día de competición como cualquier otro, pero para mí, había algo especial en el aire esa tarde. Mientras me preparaba para la competencia, mi mente estaba llena de pensamientos turbulentos, especialmente cuando mis ojos se posaban en Charles Leclerc. Aquel chico que secretamente era el dueño de mis pensamientos más profundos.

Quizás era la tensión palpable que flotaba entre Charles y yo, una chispa de rivalidad que se había convertido en algo más complicado con el tiempo.

Desde que nos conocimos, había una conexión entre nosotros que no podía ignorar, una especie de atracción magnética que trascendía la rivalidad en la pista. Cada vez que nuestros caminos se cruzaban, podía sentir la intensidad de su mirada sobre mí, como si estuviera desafiándome a superarlo no solo en la carrera, sino también en la vida.

A medida que avanzaba la competición, la tensión entre nosotros solo parecía aumentar. Cada curva era una batalla, cada adelantamiento era una oportunidad para demostrar nuestra habilidad y determinación. Aunque no intercambiábamos palabras, nuestras miradas hablaban por nosotros, cargadas de desafío y complicidad.

Pero había algo más que solo rivalidad en sus ojos, algo que me hacía detenerme y pensar. Había una atracción magnética entre nosotros, una fuerza que no podía ignorar, a pesar de mis mejores esfuerzos por mantener la distancia.

Aun así, también había momentos de tranquilidad entre las carreras, momentos en los que nos encontrábamos en los rincones más apartados del paddock, lejos de las miradas curiosas de los demás. En esos momentos, podíamos dejar de lado la rivalidad y simplemente ser dos adolescentes compartiendo una pasión común por las carreras, aunque siempre estaba presente la tensión no resuelta que existía entre nosotros.

En cada encuentro, nuestras conversaciones eran cortas y cargadas de tensión, cada palabra medida y calculada mientras luchábamos por mantener nuestras emociones bajo control. Aunque tratábamos de ocultarlo, la química entre nosotros era innegable, una conexión que trascendía las rivalidades en la pista y se extendía a algo mucho más profundo.

Y entonces, en un instante fugaz, nuestras miradas se encontraron y se mantuvieron, una conexión silenciosa, no hacían falta las palabras o las acciones.

En esos momentos, me encontraba deseando poder romper las barreras que nos separaban y explorar lo que podría ser entre nosotros, pero la rivalidad entre nuestros equipos y nuestras propias ambiciones profesionales, o personales, siempre parecían interponerse en nuestro camino.

A medida que el sol se ponía en el horizonte y la competencia daba paso a la tranquilidad del anochecer, me encontré perdida en mis pensamientos una vez más. En el mundo vertiginoso del automovilismo, donde cada carrera era una batalla por la supremacía, Charles Leclerc era mi más desafiante rival, pero también era algo más: era el dueño de mi corazón, incluso si nunca me atrevía a admitirlo en voz alta.

-Mier, ¿me estás escuchando? -la voz del neerlandés me saca de mis pensamientos. Sube sus manos hacia mis hombros, agarrándome y sacudiendome de un lado al otro.

-¿Eh? ¿Qué? -le pregunto, arrugando las cejas -¡Claro que sí, Maxie, te escuché!

Max me observa con una sonrisa traviesa, soltando mis hombros y cruzando sus brazos sobre su pecho

-Sí, claro, como si no hubiera visto cómo te comías al Dwaas del Leclerc con la mirada -me acusa con picardía el ojiazul-. Te decía sobre quedar para ir a comer helado, ¿tu padre te dejaría?

Estaba a punto de responderle que sí podíamos cuando el grito de Jos nos hace sobresaltar, en especial a Max, quien rápidamente da un par de pasos lejos de mi y se pone su gorra, dándome una rápida sonrisa ladeada y volviendo su mirada a su padre.

Ambos se alejan, Jos mantiene un fuerte agarre en el brazo de Max mientras empieza a reprenderle en voz baja y molesta.

-Sabes que no me gusta que te juntes con esa niña -es lo único que logro escuchar, seguido de un "sí, papá" de Max y el motor del auto de los Verstappen se enciende, alejándose.

Suspiro y aparto la mirada, viendo hacia mi reloj y chequeando la hora.

Es temprano, mi padre dijo que vendría a recogerme un poco más tarde.

Miro a mi alrededor y mi mirada se posa nuevamente en cierto castaño, quien, cuando nuestras miradas se encuentran, me hace señas para que le siga.

Caminamos en silencio, la distancia es prudente hasta que llegamos a un pequeño campo detrás del estacionamiento. Charles me mira y rápidamente toma mi mano, acercándome a él y haciendome sentar en el suelo, a su lado.

-Mi mamá va a llegar tarde por mi, ¿tu padre también? -es lo primero que dice, sacando un par de chocolates de su bolsillo y extendiendome uno con una sonrisa

-Están un poco aplastados, pero son de chocolate blanco, tu hermano me dijo que son tus favoritos.

Espera, ¿¡habló con mi hermano, sobre mi?!

Mi corazón se acelera en mi pecho, mis manos empiezan a sudar exageradamente y las mariposas se hacen presente en mi estómago. Extiendo mi mano y agarro uno, sonriendo nerviosamente.

-Oh, gracias... Huh...

-No hay de qué, joli

Oh Dios, hablaron de mí... ¡mi hermano y él hablaron de mí!







































𝕺𝖋𝖋 𝖙𝖍𝖊 𝖙𝖗𝖆𝖈𝖐 - 𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒆𝒔 𝒍𝒆𝒄𝒍𝒆𝒓𝒄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora