cap 10

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Percy: ¿Y los esqueletos? —preguntó.

Él sonrió, desdeñoso.

—¡No necesito a esas estúpidas criaturas de ultratumba! ¿El General me había tomado por un inútil? ¡A ver qué dice cuando sepa que te he derrotado por mi cuenta! No como ese tonto de Espino, quien fue asesinado.

Percy: Ya lo derrotamos una vez, quien dice que no podremos contigo—le dijo.

—¡Ja! Apenas tuvisteis que combatir, con una diosa a vuestro lado. Pero, ay… esa diosa está muy ocupada en este momento. Ahora no contáis con ayuda.

Zoë sacó una flecha y le apuntó directamente a la cabeza. Los guardias que lo flanqueaban alzaron sus pistolas.

Percy: ¡Espera! —la detuve—. ¡No lo hagas!

La mantícora sonrió.

—El chico tiene razón, Zoë Belladona. Guárdate ese arco. Sería una lástima matarte antes de que puedas presenciar la gran victoria de tu amiga Thalia.

Thalía: ¿De qué hablas? —gruñó, con el escudo y la lanza preparados.

—Está bien claro —dijo la mantícora—. Éste es tu momento. Para eso te devolvió a la vida el señor Cronos. Tú sacrificarás al taurofidio. Tú llevarás sus entrañas al fuego sagrado de la montaña y obtendrás un poder ilimitado. Y en tu decimosexto cumpleaños derribarás al Olimpo.

Merfiri: eso no pasará, yo cambiaré esa profecía entonces.

Oh.. eso crees, la profecía nunca miente y tú ni nadie puede evitar eso.

—Tú sabes que ésa es la opción correcta —continuó él mirando ahora a Thalía—. Tu amigo Luke así lo entendió. Ahora volverás a reunirte con él. Juntos gobernaréis el mundo bajo los auspicios de los titanes. Tu padre te abandonó, Thalia. Él no se preocupa por ti. Y ahora lo superarás en poder. Aplasta a los olímpicos, tal como se merecen. ¡Convoca a la bestia! Ella acudirá a ti. Y usa tu lanza.

Percy: Thalia —dije—, ¡despierta!

Ella lo miro. Era casi como si no me reconociera.

Thalía: Yo… no…

Percy: Tu padre te ayudó —le dijo—. Envió a los ángeles de metal. Te convirtió en un árbol para preservarte.

Su mano asió con fuerza la lanza.

En eso solo se escucho los sonidos de la flauta de Grover quien tocaba con estribillo muy rápido.

—¡Detenedlo! —ordenó la mantícora.

Los guardias seguían apuntando a Zoë, lo que tocaba Grover de repente salieron ramas en  las planchas de madera del muelle y se les enredaron en las piernas. Zoë lanzo las flechas pestilentes.

Se escuchaba toser de lo guardias, la mantícura lanzaba espinas  a Percy Pero gracias al abrigo de piel de león rebotaban

Percy: Grover —ordenó—, dile a Bessie que baje a las profundidades y no se mueva de allí.

Grover: ¡Muuuu! —tradujo.

Thalía: La vaca… —murmuraba, aún confundida.

Percy: ¡Vamos! —arrastró escaleras arriba hacia el centro comercial. Corriendo, abriéndonos paso entre los turistas, y doblamos la esquina de la tienda más cercana. Y escuchar que la mantícora gritaba a sus secuaces:

—¡Prendedlos!

Los gritos de la gente al igual que los disparos en el aire, una le da más ganas correr.

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