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después de cenar entre todos, a algunos de los chicos les tocó lavar los platos y como me aburría estando sentada me acerqué a la canchita improvisada a jugar con la pelota
no era algo que hacía seguido pero tenía cierto control que había aprendido de chiquita gracias a papá
mi meta ahora era tirar la pelota hacia arriba y poner el pie para que cuando caiga no pique. En otras palabras "matarla"
— así no —escuché
— cómo es? —bufé algo estresada de que no me saliera
— no la tires tan alto, empeza de a poco y que el pie acompañe la caida —aconsejó metiendo sus manos en los bolsillos de su pantalón
intenté pero seguía sin salirme, de todos modos no pensaba darme por vencida aún. Quería aprender e iba a hacer todo lo posible
patee la pelota y licha la frenó de pecho e hizo ese truco que yo quería aprender, haciéndolo ver como lo más fácil del mundo
— no te enojes Juli. Ya te va a salir —me devolvió la pelota
— ya se pero es frustrante —la levanté e hice dominadas con el pie
— creeme que yo se que si —sonrió— pero si lo haces enojada es peor —le tiré la pelota nuevamente y ahora fue el quien hizo dominadas
bostecé y me crucé de brazos. Se habia puesto frío y yo me olvidé mi campera en casa, además tenía sueño, lo cual empeoraba el frio
Lisandro no sacaba su vista de la pelota mientras continuaba haciéndola picar en sus pies y rodillas
— tenes frio? —preguntó
— estoy cansada. Tuve un día agotador
— querés que te lleve a casa? —paró la pelota dejandola caer y pisandola
— si no es mucha molestia —pedí
chasqueó la lengua y se acercó
— como si vos fueras una molestia Julieta. Yo estoy encantado de hacer lo que a vos te haga bien —se sinceró
al principio creí que fue en doble sentido pero, al ver aquella sinceridad en sus ojos, mi corazón se derritió
— gracias Lis. Por todo lo que haz hecho —le sonreí
— estoy tratando de darte lo mejor de mi. Me alegra escuchar que es suficiente para hacerte feliz —besó mi frente delicadamente y tomó mi mano llevándome hacia la mesa con los que habian quedado
avisó que ya se iba y que me llevaba a casa. Obviamente tuvo que soltar mi mano antes de llegar debido a las miradas que le haría papá, sin embargo yo seguía siendo feliz y demostrandolo con una sonrisita
