Arquitecto

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Jungkook se ocupó con delicadeza de acomodar al rubio en la cama, retirando sus zapatos con manos firmes pero gentiles. Arropó al rubio con una pijama de algodón, asegurándose de que estuviera cómodo y abrigado. La tela cálida se ajustó a los contornos de su cuerpo, como si fuera un abrazo protector.

Jimin, ajeno a todo, dormía plácidamente. Su respiración era tranquila y regular, y su rostro, iluminado por la tenue luz de la lámpara de noche, parecía angelical. Jungkook no pudo evitar admirarlo. La nariz pequeña y respingada de Jimin le confería una belleza singular, y sus labios entreabiertos invitaban a la tentación de un beso.

Al salir de la habitación, Jungkook tomó el celular del rubio. Necesitaba cargarlo, pero antes iría a buscar su cargador en su propio cuarto.

—¿Está durmiendo? —preguntó Yoongi al ver a Jungkook salir de la habitación.

—Creo que está disfrutando de un buen sueño —respondió Jungkook con una sonrisa sincera. Luego, miró el teléfono y recordó a los padres de Jimin—. ¿Podrías avisarles a sus padres que está bien? —preguntó, visiblemente agotado.

—Claro —Yoon tomó el teléfono sin titubear—. No te preocupes, déjamelo a mí. Sabré qué decir —buscó en los contactos y encontró uno etiquetado como "Mamá ❤️‍🩹". Marcó el número y se alejó hacia la cocina mientras decía: "Buenas noches, señora".

Jungkook permaneció en la sala de estar, reflexionando sobre lo maravillosa que había sido esta noche. Sentía que había cruzado una puerta importante. Una sensación de felicidad se impregnó en su ser, como si el universo hubiera conspirado a su favor.

Parecía que Yoongi aún no había terminado de hablar con los padres de Jimin; su sonrisa y gestos lo delataban. Jungkook aprovecharía para ir a su habitación a buscar el cargador del teléfono,

Mientras Yoongi colgaba el teléfono, su intención era dirigirse a la sala de estar, pero el sonido de una llamada entrante quebró el silencio. La pantalla mostraba "Taetae💚", un nombre que le provocaba una mezcla de curiosidad y recelo.

La curiosidad es un fuego que arde en el alma, y en ese instante, Yoongi no pudo resistir la tentación de atender al misterio que llamaba. Con un gesto de resolución, despejó su garganta y ordenó sus pensamientos antes de deslizar el dedo sobre la pantalla. Aunque sabía que lo correcto era mantenerse al margen, la idea de ver a su primo sufrir las consecuencias de su inacción era insoportable.

—¿Bueno?— Su voz era un hielo cortante, una barrera contra la vulnerabilidad.

—¿Quién habla?— La voz al otro lado de la línea temblaba con una urgencia que no podía ocultarse. Yoon, siempre astuto para descifrar las emociones ajenas, percibió el miedo y la desesperación que se filtraban a través de la conexión.

—Jungkook— mintió con una facilidad que le sorprendió, convenciéndose de que una pequeña mentira no tenía peso alguno.

—Y ¿Jimin? ¿Dónde está Jimin?— insistió la voz, cada palabra cargada de ansiedad.

—Él está dormido, le diré que mañana te devuelva la llamada— respondió, sintiendo cómo su pulso se aceleraba. En el ajedrez del amor y la guerra, a veces hay que sacrificar una pieza para ganar la partida. Y si su primo no podía ver el juego, Yoongi estaba dispuesto a mover las fichas por él.

La llamada terminó, y Yoongi se encontró con la mirada inquisitiva de Jungkook, cuya ceja arqueada era un claro signo de su molestia.

—¿Qué hiciste?— preguntó Jungkook, su voz teñida de reproche.

—Lo que tú nunca te atreverías a hacer— replicó Yoongi, entregándole el teléfono con un aire de superioridad—. Supongo que ya imaginas con quién hablé.

JUNG Vmin/KookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora