—¿Estás listo? —La voz de Marck resonaba con un matiz de ansiedad mientras sus manos trabajaban los músculos tensos de Taehyung.
El joven castaño asintió, lanzando puñetazos al aire, cada golpe cortando la tensión como una promesa silenciosa. La adrenalina fluía por sus venas, un río tumultuoso de nervios y emoción. Pero era el momento de apartar las distracciones y enfocarse en el combate que definiría su destino, la batalla que podría consagrarlo o condenarlo.
—Recuerda, estudia primero su técnica, calcula el ritmo de sus golpes. No malgastes energía —aconsejaba su entrenador con un tono grave, la preocupación dibujando sombras en su rostro—. Haz que se fatigue, no ataques precipitadamente, guarda tus golpes más devastadores para el momento justo. Deja que él se exponga primero, Taehyung...
El entrenador había dedicado dos meses a pulir el talento natural de Taehyung, forjando de él un luchador ágil y comprometido. Era un prodigio, sí, pero la incertidumbre de que su potencial quedara oculto por un error en el ring lo atormentaba. No podía soportar la idea de ver a su pupilo más prometedor caer. Sin embargo, la respuesta de Taehyung fue un bálsamo de calma:
—Yo voy a ganar —declaró con una confianza que desbordaba las palabras. Ajustándose la bata, salió del vestuario, seguido por la mirada orgullosa de su entrenador y los murmullos de admiración de sus compañeros.
Dejó tras de sí un eco de orgullo que reverberaba en las paredes del gabinete.
El rugido de la multitud llenaba el aire, una marea de expectación que se estrellaba contra las paredes del octágono. Taehyung, con la mirada fija y el cuerpo tenso, avanzó hacia el centro del ring, donde su oponente lo esperaba, una silueta imponente que prometía un desafío formidable.
El árbitro dio la señal, y el mundo exterior se desvaneció. Solo quedaban ellos dos, combatientes en un baile de destreza y fuerza. Taehyung se movía con una gracia felina, sus ojos escudriñando cada movimiento, cada respiración de su adversario. Estudió la postura del otro luchador, la ligera inclinación de su torso, la tensión en sus hombros. Era un juego de ajedrez jugado a la velocidad del rayo.
El primer intercambio fue una tormenta de golpes, un frenesí de puños y patadas que Taehyung esquivó con agilidad. Observó y aprendió, dejando que su oponente revelara sus cartas. Un golpe al aire, una patada fallida, y Taehyung encontró su ritmo. Con la precisión de un relojero, lanzó una serie de jabs rápidos, probando las defensas, buscando una apertura.
El momento llegó como un relámpago. Una patada alta, esquivada por poco, y Taehyung contraatacó. Su puño, guiado por meses de entrenamiento y una voluntad inquebrantable, encontró su objetivo. Un uppercut certero al mentón que hizo tambalear a su oponente. El público estalló en un clamor ensordecedor, pero Taehyung permanecía concentrado, su respiración medida, su mente clara.
Con la guardia de su adversario ahora quebrada, Taehyung desató el poder que había contenido. Combinaciones de golpes fluidos, patadas giratorias que cortaban el aire, cada uno un golpe de maestro. Y entonces, como el crescendo de una sinfonía, un golpe final: una patada giratoria que conectó con un estruendo, enviando a su oponente al suelo.
El árbitro intervino, y el combate terminó. Taehyung se arrodilló, el sudor y la victoria mezclándose en su piel. Había ganado, no solo el combate, sino también la batalla contra sus propias dudas. Mientras se levantaba, el respeto y la admiración de todos los presentes lo envolvían como un manto. Taehyung había demostrado ser un guerrero de la UFC, un artista marcial cuya técnica y corazón resonarían en la historia del deporte.
El aire vibraba con la energía de la victoria. Taehyung, con el pecho subiendo y bajando al ritmo de su respiración agitada, permitió que una sonrisa triunfante se deslizara por su rostro, mientras las lágrimas de alegría trazaban caminos de emoción en sus mejillas. De repente, su entrenador y compañeros irrumpieron en el ring, elevándolo, sus voces unidas en un coro de euforia.
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JUNG Vmin/Kookmin
RomanceHay una diferencia grande entre la alma gemela y el amor de la vida. El primero tiene la capacidad de reconocerse al unísono creando ondas de conexión instantánea. Estos se reconoceran de vidas pasadas buscando aquella mitad que los complemente. Mie...