14. Recuerdos lejanos (Fin T2)

106 7 3
                                    

Fuutaro se encontraba en casa, en compañía de su familia. En ese momento miraba con preocupación un papel con información sobre los exámenes parciales.

–Esto es deprimente –farfulló preocupado.

–Pero si siempre estás muy confiado –dijo extrañada Raiha, que estaba mirando el papel por encima del hombro de su hermano–. No es propio de ti preocuparte tanto en época de exámenes, Onii-chan.

–No estoy preocupado por mí, sino por esas seis a las que doy clase –dijo abatido mientras bajaba la cabeza–. Seguro que ni se han enterado de que tenemos exámenes a la vista. Preveo un desastre total en sus notas.

Isanari se hallaba comiendo. Tras escuchar aquello se detuvo e intervino.

–¡Fuutaro, deja de hablar de estudios, que estamos en la mesa comiendo!

–¿¡Dónde están tus criterios educativos!? –replicó el chico–. ¡Estás haciéndolo al revés, normalmente los padres son los que sacan el tema de estudiar!

Isanari suspiró.

–Hubo un tiempo en que tú también te negabas a abrir un libro, ¿o es que no lo recuerdas? –preguntó con seriedad–. No debes preocuparte. Itsuki-chan y las demás cambiarán, como hiciste tú. Solo necesitan tiempo.

Fuutaro no dijo nada. Sin embargo, estas palabras de su padre despertaron el interés de Raiha.

–¿Onii-chan no siempre fue un empollón? –curioseó.

–¡Ahí donde le ves, era un tipo duro, igualito que su padre! –afirmó orgullosamente Isanari, para vergüenza del chico.

–¿No hay fotos de eso? –preguntó la niña, incapaz de creer esa historia. Su padre negó con la cabeza, así que ella insistió–. ¡Si no las hay, entonces cuéntame como era!

–Fue hace seis años, en la época en que conoció a aquella niña –recordó Isanari–. Desde ese momento lleva una foto en su agenda.

Fuutaro se sorprendió de que su padre conociera esa información. Probablemente se descuidó para mantenerlo en secreto, cosa que le hizo gruñir. Raiha en cambio, se interesó más.

–¡Quiero verla! –dijo acercándose a su hermano y poniendo aquella mirada adorable y persuasiva que solo ella sabía emplear–. ¡Por favor!

Fuutaro empezó a sentirse incómodo.

–De... de eso nada –replicó tratando de no ceder ante la petición de Raiha. No quería por nada del mundo que su hermana pequeña conociera aquella faceta pasada suya. Se llevó la mano al bolsillo de la camisa para proteger la agenda y que no se la arrebatara.

Pero al hacerlo, notó que en su bolsillo no había nada.

–¿Hm? La agenda... –entonces se dio cuenta–. Se la quedó Nino...

Claro. Le entregó la agenda para que ella apuntara su correo, y salió en persecución de Yotsuba antes que Nino pudiera devolvérsela. Un sentimiento de profundo miedo se apoderó de él. Por culpa de su descuido, las Nakano podrían ver una foto que deseaba que no viera nadie.

.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Llegó un nuevo día. En el ático de las Nakano, Nino se hallaba durmiendo plácidamente en su habitación. Llevaba su largo pelo rosado suelto, y tenía un pijama que consistía solo en una camiseta de manga larga que formaba líneas onduladas rosas, azules y moradas.

Las Sextillizas (Roku-Tōbun no Hanayome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora