Fuutaro estaba perplejo con lo que le había comunicado el señor Nakano.
–Por favor, le pido que reconsidere –suplicó–. ¡Aun falta año y medio para la graduación, es demasiado pronto para pedir resultados inmediatos! Y además son seis estudiantes. ¡Es imposible!
No quería pecar de falta de sinceridad con su empleador, así que le expuso los hechos. La semana siguiente iban a ser los exámenes parciales, y la noticia de que le despedirían si suspendía alguna de las hermanas, hizo que sus nervios se acrecentaran.
Solo podía ver a Itsuki, mirándole preocupada. Por suerte, Fuutaro se había apartado ligeramente sin ser perdido de vista por ella, y desde donde estaba no podía captar la conversación. Aunque sí los gestos del tutor, incapaz de disimular.
Sin embargo, el señor Nakano no pareció dar su brazo a torcer.
–No creo que sea una petición tan descabellada. De no cumplirla, no me quedaría tranquilo dejando mis hijas a tu cargo –le informó–. Quiero ver de qué eres capaz.
Fuutaro sudó bastante por los nervios. Aunque no le tenía ante él, podía sentir casi como si le estuviera atravesando con la mirada.
–Eso es todo. Que vaya bien –sentenció el señor Nakano cortando la llamada.
Durante unos segundos, Fuutaro quedó paralizado, como si esperara que la voz del señor Nakano volviese a sonar del dispositivo.
Cuando al fin reaccionó, una intensa rabia le vino. Estuvo a punto de estrellar el teléfono contra el suelo, pero se contuvo, ya que era de Itsuki y tampoco quería que ella le viese perder los papeles.
Suspiró mientras se acercaba a la pelirroja para devolverle el teléfono. ¿Su empleador quería que no suspendiera ninguna? Era imposible cubrir todos los temarios en tan poco tiempo.
Por si eso fuera poco, Nino no le hacía caso. Y el tiempo se agotaba.
–¿De qué has hablado con mi padre? –le preguntó finalmente Itsuki.
Fuutaro pensó en las hermanas. Y en una frase que días atrás le dijo Miku.
–Ese es tu trabajo, ¿no?
No podía decirles que su trabajo dependía de que todas aprobaran. Pero tampoco quería mentir a Itsuki. No después de que ella le hubiese ayudado.
–De nada importante –le dijo al fin en un tono nada convincente.
–¿¡De nada importante y estás sudando tanto!? –replicó Itsuki, perpleja–. Lo siento, pero no me lo creo. Has reaccionado de forma extraña durante la llamada.
Fuutaro suspiró. Sabía que si le decía la verdad ella no se callaría y se lo acabaría contando a sus hermanas, en especial a Nino, la última persona que quería que lo supiera. Pero por otro lado sentía que no podía mentirle a la primera persona que le pidió ayuda y confió en él. Tenía que ser sincero con Itsuki.
–Vuestro padre me ha dado un ultimátum –dijo con pesadumbre–. Si una sola de vosotras suspende, dejaré de ser vuestro tutor.
Itsuki abrió los ojos con gesto de sorpresa.
–¿¡Qué!? –exclamó alarmada–. ¡No puede ser! ¡No puede echarte!
–Esta es la realidad –dijo el tutor–. Para que os pueda seguir dando clase, tenéis que aprobar todos los exámenes parciales. Un solo suspenso y mi trabajo con vosotras se acabó.
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Las Sextillizas (Roku-Tōbun no Hanayome)
Hayran KurguFuutaro es un estudiante sobresaliente pero insociable. Hasta que un repentino trabajo como tutor hace que su vida se altere completamente. Ahora debe ayudar a unas peculiares estudiantes con problemas de aprendizaje para evitar que repitan curso. ¿...