13. Demasiado buena

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Llegó el día siguiente. Fuutaro se dirigía hacia el instituto como cada día. El tiempo empezaba a cambiar, dando paso a días más fríos, por lo que el tutor llevaba puesta una rebeca gris claro sobre su camisa.

En el transcurso de su camino, solía pasar junto a la puerta del local de una conocida franquicia de cafeterías. Por lo general no prestaba mucha atención, ya que un café de los que vendían allí era demasiado caro para su presupuesto. Sin embargo, en esta ocasión había algo diferente en ese local.

Y era que en la puerta estaba apoyada la figura de una persona conocida, que en una mano tenía un café de los que servían allí.

–¡Hola! –le saludó una sonriente Ichika.

            –¡Hola! –le saludó una sonriente Ichika

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Esto llamó la atención del tutor. Este local no quedaba en el camino que hacía ella para ir y volver del instituto a su casa, aunque fuera andando. ¿Qué estaba haciendo aquí?

–Ichika... –le dijo–. ¿Qué haces aquí?

–¿Ni siquiera has notado que llevo el uniforme de invierno? –preguntó señalando la chaqueta azul marino que llevaba sobre su ropa habitual.

–¿Qué quieres? –insistió él.

–El instituto queda algo lejos, pero he pensado que podríamos ir juntos.

El tutor quedó boquiabierto. ¿De verdad una chica le estaba pidiendo ir juntos al instituto?

En el pasado habría rechazado una propuesta así. Pero sabía que aunque quisiera negarse, ella le insistiría, así que cedió.

–...Está bien, si es lo que quieres.

Ichika sonrió, y de repente, tomó el brazo de Fuutaro, cosa que sorprendió al chico.

–¿Pero qué estás...?

Ella se limitó a sonreírle. Fuutaro no sabía como comportarse. Y mirando a su alrededor, solo vio muchas miradas dirigidas hacia ellos, la mayoría eran de admiración al ver a Ichika, pero algunas de ellas procedían de chicos que le miraban a él con envidia.

–No sé por qué, llamas la atención. Estoy empezando a sentirme avergonzado... –le dijo.

Pensó entonces que quizá no era algo tan sorprendente. Era un hecho que Ichika era preciosa, y con su personalidad apasionada, podría atraer cualquier mirada.

La pelirrosa se echó a reír, mientras soltaba su brazo. Ambos empezaron a caminar en dirección al instituto.

–Después de lo ocurrido ayer, terminé confesando a todas lo de mi trabajo –dijo ella.

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El día anterior

Ichika había tomado una decisión. Iba a contarle a sus hermanas sobre su trabajo. No quería mentirles, y aunque aun se sentía algo insegura sobre la forma en que reaccionarían, estaba convencida de que todo saldría bien. Gracias al apoyo de cierto tutor muy estricto, sentía que podía hacerlo.

Las Sextillizas (Roku-Tōbun no Hanayome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora