Las Sextillizas (Roku-Tōbun no Hanayome)

20. Otra oportunidad

La clase estaba en absoluto silencio, solo roto por alguna tos esporádica. Los alumnos ahí reunidos se hallaban haciendo el examen, bastante concentrados.

El profesor que impartía la asignatura del examen, un hombre de calva reluciente y unos prominentes incisivos, consultó su reloj de pulsera.

–Quedan diez minutos –anunció con tono firme.

Este profesor echó un vistazo a los alumnos. Tenían las habituales expresiones de concentración y nervios que uno esperaría encontrar en alguien que se examina, intensificadas ante el escaso tiempo que les quedaba. Pero al docente no le pasó desapercibida la inusual expresión de Fuutaro. Se le veía bastante tenso, con los dedos de sus manos cruzados a la altura de su nariz. Incluso algunas gotas de sudor le caían por la cara.

Rio para sus adentros. Se veía a kilómetros que le estaba costando trabajo contestar a las preguntas.

Este profesor siempre era muy concienzudo a la hora de preparar sus exámenes. Pero siempre llegaba Fuutaro y sacaba la puntuación más alta, entregándole la hoja en tiempo récord y con una sonrisa de suficiencia, como si se creyera más inteligente que el propio docente. Y eso le sacaba de quicio, como a otros tantos de sus colegas de profesión.

Pero esta vez, Fuutaro había comenzado el examen más tarde que el resto de sus compañeros, debido a que, por alguna razón, llegó tarde traído por el profesor de orientación. Y por si fuera poco, el examen estaba plagado de preguntas extremadamente difíciles de responder, incluso para un genio como él.

El profesor adoptó una sonrisa siniestra. Esta sería su venganza. Sabía que con lo estudioso que era, sería casi imposible verle suspender, pero nada le llenaría más de satisfacción que verle hacer un examen donde no sacara una nota perfecta.

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Fuutaro estaba bastante nervioso. Tras atraparle, el profesor de orientación le llevó a una sala en la que le sermoneó durante un buen rato por no haber sido lo suficientemente responsable como para llegar a tiempo al instituto, sermón que aguantó el chico como le fue posible, ya que había cosas más importantes en juego. Poco después, este le llevó casi a rastras al aula del examen, donde tenía el reto de responder a las preguntas en menos tiempo que el resto de sus compañeros.

En cierto modo, era un desafío más. Y por suerte ya hacía rato que había terminado de responder las preguntas del examen. Pese a que reconocía que eran un poco más complicadas de lo habitual, eso no le impidió contestarlas sin esforzarse mucho.

Pero lo que le tenía tenso en aquel momento era la actuación de las hermanas Nakano. ¿Cómo les iría? La única de la que podía ver algo era Itsuki, quien compartía clase con él, pero al sentarse un par de filas por delante suyo, no podía ver la expresión de su cara, así que no tenía forma de saber cómo le iba.

Suspiró. No tenía sentido que se preocupara más. Él ya no podía hacer nada. Durante aquellos días había hecho todo lo humanamente posible por ellas dadas las circunstancias. Solo le quedaba esperar que sus esfuerzos enseñando a estas seis dieran su fruto.

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Examen de Historia. Miku respondía de la forma que podía. Por suerte, las preguntas relativas al periodo Sengoku las sabía contestar sin problemas. Pero no podía decir lo mismo de las demás preguntas.

Eran preguntas difíciles, no había duda. Pero confiaba en lo que había estudiado durante aquellos días para ser capaz de aprobar este examen.

Pensó por un momento en Fuutaro. Un ligero sonrojo apareció en su cara. Se preguntó por la cara que pondría él si veía que había logrado sacar una nota más alta que la del tutor, a pesar de que sabía que eso era casi imposible.