17. Clase nocturna

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Durante aquel rato, todas las hermanas, excepto Itsuki y Nino, se encontraban de rodillas junto a la mesita del salón donde antes estuvieron estudiando. Todas llevaban los pijamas puestos.

–Tarda mucho... –murmuró Yotsuba, mirando hacia donde estaba el baño.

–Estará disfrutando de la bañera, después de haberla usado nosotras –dijo Ichika con gesto despreocupado y ligeramente picarón.

–La bañera... –dijo Miku.

–¿Quieres que vayamos a llamarle? –bromeó Ichika.

Miku negó con la cabeza. Su gesto era nervioso y un ligero sonrojo apareció en sus mejillas.

Ichika ya sabía que su hermana se sentía atraída por el tutor. No era difícil darse cuenta al ver las reacciones de la castaña cada vez que Fuutaro le dirigía la palabra. Así que, conociendo la personalidad algo reservada de Miku, decidió echarle una mano.

–Esta sería una buena oportunidad para acortar distancias con él. ¿No te parece? –le susurró con un leve sonrojo de sus mejillas.

–No... No sé de qué me hablas –respondió nerviosa Miku, quien apartaba la mirada con la cara completamente roja.

Aquella conversación quedó interrumpida cuando alguien apareció.

–¡Ah, ya está aquí! –exclamó Yotsuba, saludándole–. ¡Has tardado mucho!

El tutor apareció con una expresión ausente, llevando consigo unos pantalones cortos verdes y una camiseta amarilla de manga larga. Era la ropa que habían podido prestarle para pasar la noche.

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Fuutaro levantó la cabeza. Tras el episodio con Nino, había quedado incapaz de articular palabra. Pero sería mejor no darles motivos a las demás para sospechar de que su trabajo pendía de un hilo.

–Lo... Lo siento –se disculpó bastante nervioso mientras le caían gotas de sudor por la cara–. Lamento la tardanza. Vamos a empezar... –miró entonces a la hermana que estaba sentada a la mesa–. Ni... Nino, ¿te nos unes?

La pelirrosa estaba observando su teléfono de forma despreocupada. Apenas se alteró por las palabras del tutor.

–No. No me hace falta –rechazó sin despegar la vista del dispositivo.

Fuutaro estaba más nervioso. Ella acababa de descubrir que si una sola de las hermanas suspendía, él sería despedido. Así que ahora tenía menos motivos para ponerse a estudiar. Le bastaba con sentarse sin hacer nada.

Suspiró. Desde donde veía que ella tenía una expresión maliciosa. Quizá por lo pronto debiera centrarse en esa clase y ayudar a las que sí querían aprender. Se sentó en el suelo, al lado de Miku.

–¡Vamos! –exclamo Ichika de pronto.

Esta dio un empujón a Miku, que hizo que la castaña quedara muy cerca de Fuutaro. El tutor de repente empezó a sentir como su corazón se aceleraba con esa proximidad. Una gran incomodidad le vino.

 Una gran incomodidad le vino

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Las Sextillizas (Roku-Tōbun no Hanayome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora