𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 30

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𝐒𝐡𝐞⁂

Había algo placentero que se movía dentro de Bris cada vez que esta enterraba sus dedos en la rica y fría tierra.

Después de la boda de Edward y Bella, la normalidad se asentó en la casa de los Cullen y desde entonces, Bris se había mantenido ocupada trabajando con sus plantas y en sus lecciones.

A pesar de que la vampiresa deseaba convertirse en alguien normal como los Cullen, no podía evitar sentirse abrumada o aburrida cada vez que la sentaban en la biblioteca a completar ejercicios.

Con suerte podía agarrar bien un bolígrafo y escribir su nombre. A pesar del tiempo que estuvo fuera de la cueva, aún tenía partes de ella tensas, especialmente sus dedos, los cuales se quedaban rígidos después de un rato, imposibilitando poder hacer cosas básicas tales como coger una cuchara o una aguja.

Carlisle, con una grandiosa paciencia, se acuclillaba delante de ella antes de cada ejercicio y mientras le repetía las lecciones del día, masajeaba sus dedos o los hacía crujir hasta que estos volvieran a moverse.

—Solo necesitas ejercitar tus dedos—Dijo él una vez que terminó de masajearlos.

—¿Y qué debería hacer?

Carlisle agarró su cuaderno y leyó lo poco que Bris había escrito. Su caligrafía no era tan buena, pero pronto la vampiresa recuperaría su antiguo yo y deseaba que eso fuera en poco tiempo.

—Como médico, te recetaría hacer ejercicios básicos—Dejó sobre la mesa su cuaderno—Escribir, dibujar, bordar y coser. Cosas que pueda mantener tus dedos en movimiento y en forma.

Bris bajó el bolígrafo y lo cogió, acomodándolo entre sus dedos, lista para escribir.

—Solo intenta no sobre exigirte. Escucha tu cuerpo y te dirá cómo debes proceder.

Y dicho esto, colocó delante de ella varios libros con ejercicios que debía completar, y Bris, lentamente, los fue resolviendo.

Al final del día, no tan solo terminaba estresada por lo lenta y torpe que se volvía al escribir, sino que también se sentía contenta y positiva al sentir sus dedos un tanto tensos y agotados por el ejercicio.

Eran en esos momentos en que ella se encaminaba hacia el invernadero y los enterraba en la tierra, sintiendo como los ricos nutrientes y minerales acariciaban sus dedos. Sentía que era casi terapéutico al hacerlo, y cuando se encargaba de sus plantas, el malestar desaparecía.

Había algunos que creían que los vampiros no sentían dolor y otros podían jurar que tenían una alta tolerancia a este, y quizás en otros tiempos, Bris les habría dicho que tenían razón, pues cuando la cortaron por primera vez, no sintió nada más que fastidio pues debía recuperar su brazo perdido, y después el dolor de la recuperación no hizo nada más que enojarla, pues la estaban frenando en su entrenamiento.

Pero ahora Bris estaba segura de que no sería capaz de soportar el dolor de un desmembramiento y ni mucho menos, la recuperación de los tejidos cuando se regresaba la extremidad que fue arrancada.

Fueron tiempos muy oscuros y que aún manchaban y dañaban la mente de Bris, pero ya habían quedado en el pasado, y en la actualidad, ya nada la podría lastimar.

Mientras limpiaba las hojas de sus plantas, una canción surgió de su mente y de pronto, se sorprendió cuando empezó a tararearla.

Cuando estaba en la cueva y Nur les llenaba de imágenes cálidas en sus mentes para mantenerlos cuerdos, una canción de cuna aparecía. Melancólica, distante y llena de antiguos recuerdos.

Umbra | Sombras [Jasper Hale]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora