Umbra | Sombras [Jasper Hale]

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 ２２

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𝐒𝐡𝐞⁂

Las piezas ya estaban en el tablero y el juego no había hecho nada más que empezar, y a pesar de su vasto conocimiento en el ajedrez, nunca tuvo oportunidad de vencer a su Rey en tema de estrategia, pero en el campo de batalla, nadie tenía oportunidad con ella. Y eso ella lo sabía muy bien, y le gustaba esa sensación momentánea de poder.

Antes de cada batalla, los cuatro tenían su ritual y después de tantos siglos sin enfrentarse a la ansiedad de una lucha, las sombras se volvieron a reunir y a pesar de las quejas de Carlisle, ellos necesitaban tener todas las posibilidades de ganar, aunque eso significaba retroceder en los pocos pasos que lograron avanzar para adaptarse a la vida de los Cullen.

Horas antes de que los neófitos se pudieran encontrar con la bienvenida de los Cullen, los cuatro se alejaron del grupo y fueron tras alimento para conseguir la fuerza que necesitaban para poder ganar, tal como lo hacían en el pasado. Incluso si era real o no, era un ritual que debían seguir.

Fueron creados para ser guerreros. Fueron creados para matar, por lo que estaba en su esencia sentir la previa emoción de una batalla, y quizás fue por eso por lo que Carlisle no insistió tanto, y también fue por eso por lo que Jasper la dejó ir.

Tenían un método particular de caza que los diferenciaba de los vampiros normales y de los "vegetarianos" como el clan Cullen. Y gracias a esto, su color de ojos demostraba aquel acto prohibido y profano que ningún otro vampiro habría pensado en hacer.

No era un alimento contundente para ellos, pero habían sido entrenados para sentir hambre y debido a eso, los volvía demasiado letales. Algunas veces su Rey los recompensaba con sangre fresca, pero a veces el simple hecho de llenar sus estómagos les provocaba mal estar. Se habían adaptado a ese estilo de vida.

Carlisle le parecía monstruoso el hecho de que los cuatro, con los ojos oscuros por el hambre, se resistieran a alimentarse, y a pesar de haber animales en abundancia, ellos no podían acostumbrarse a beber sangre fresca. Simplemente no podían, aunque lo intentaban, era como si estuvieran alimentándose de comida en muy mal estado.

No es que les gustara encontrar cadáveres y alimentarse de ellos directamente, pero no tenían otra opción para ser más letales de lo que ya son. Y teniendo en cuenta que no poseían los elixires que su Rey los preparaba, entonces estaba claro que debían encontrar una forma mucho menos convencional para agudizar sus sentidos y sus respectivos dones.

Profanaron cuerpos humanos que habían sido enterrados recientemente y rasgaron su carne hasta encontrar pequeñas frambuesas de sangre, y gracias a sus alargadas lenguas podían extraerlas. Succionaban también con tanta fuerza y sus colmillos anormalmente largos, rasgaban la carne dura y putrefacta.

Bris se agitó cuando sintió la dulzona acidez de la sangre coagulada y en mal estado bajar por su garganta hasta asentarse en su estómago. Fue inevitable que no hiciera una mueca cuando su lengua encontró el desagradable sabor, pero aun así siguió alimentándose hasta que sus propios músculos se tensaron y sus huesos le dolieron.

Cuando se puso de pie, sintió que había crecido varios centímetros pues sus músculos estaban tan apretados y sus huesos mutaron hasta fortalecerse. Bajó la mirada hacia sus manos y encontró que estas ya no lucían suaves y blancas como la porcelana, en su defecto, lucían grises y casi traslúcidas, al punto que podía ver sus oscuras y verdosas venas relucir en su piel.

Su mismo cabello, ahora amarrado en una coleta alta, se sentía seco y apagado.

Habían bebido anteriormente sangre de cuerpos encontrados en mitad de la nada, pero la profanación no marcaba sus cuerpos hasta que no se alimentaran directamente de cadáveres en un cementerio bendito. Quizás era por lo sagrado del lugar o tal vez, era la propia mano de Dios que los castigaba de esa forma.