𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 20

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𝐒𝐡𝐞⁂

Los pies de Bris tocaron el suelo del pequeño claro que se alzaba ante ellos.

Los árboles los rodeaban y casi podían cubrir el cielo, hasta dejarlos en total oscuridad, pero la luz de la luna, plateada y ligeramente azul, se filtraba entre las ramas, iluminando gentilmente el sitio, como si temiera que ese claro desapareciera como la bruma en la mañana.

Pequeñas luciérnagas volaban cercanas al suelo, dejando detrás pequeños rastros de polen de los sitios donde se posaban, y gracias a su luz fluorescentes, estos rastros brillaban doradamente por el sitio hasta perderse en el esponjoso pasto verde que cubría el suelo.

Bris caminó maravillada y algunas luciérnagas se apagaron por su oscura presencia, pero para ella, nada era tan hermoso como ese claro.

Alzó los brazos cuando la luz de la luna la tocó, y girando lentamente, danzó hasta quedar en el centro del claro.

Se sentía tan ajena, pero al mismo tiempo se sentía como si perteneciera realmente a ese sitio, o quizás todo eso se debía al macho que estaba parado en medio de la oscuridad, observándola con tanta hambre como maravilla.

Bris lo miró.

-¿Es este lugar real?

Jasper avanzó hacia ella y la luz de la luna también lo cubrió. Su cabello brilló en varias tonalidades doradas que contrastaban con la grisácea luz del celeste.

A diferencia de Bris, Jasper parecía etéreo en el claro. Flotaba grácilmente por el sitio y la luna no lo apagaba, es más, su luz parecía ser un mero accesorio ante la dolorosa belleza de Jasper.

-Es tan real como tu estando aquí.

Bris rodó los ojos.

-Fanfarrón infiel.

Jasper sonrió y sus hoyuelos aparecieron, maravillando una vez más a Bris.

Desde que ambos unieron sus almas, la vampiresa se había enojado con él, no por haberlo hecho, sino más bien por todo lo que empezó a sentir después de ello.

Sabía que Jasper era guapo, dolorosamente guapo para la vista, pero después de ese día, su belleza era como un imán. Como la miel atrayente para las moscas.

Bris había visto pocos seres guapos en toda su vida, pero nunca pensó que un hombre tan fastidioso y metiche como él, sería tan atractivo como ninguno.

Por eso mismo Bris no se apartó cuando Jasper acunó su rostro con ambas manos. Cada vez que él la tocaba, su cuerpo se encendía en miles de llamas tan dolorosas y confusas, pero también tan exquisitas que la embriagaban a más no poder.

Esa noche, las cosas cambiarían y Bris lo sabía perfectamente, pero ya no tenía fuerzas para luchar, no ahora que todos sus sentimientos giraban en torno a él. Su alma le pertenecía a Jasper y le dolía tanto, tanto que a penas podía respirar y eso que ni siquiera lo necesitaba. Pero el simple hecho de vivir era demasiado doloroso para ella.

Todo su ser pedía acabar con ese infierno de una u otra manera.

Romper la unión de almas o terminar el ritual, cualquiera de las cosas le servían, pero por extraña razón, el simple hecho de pensar estar lejos de Jasper, le parecía mucho más doloroso que no terminar el ritual.

A penas podía pensar con claridad cada vez que pensaba en Jasper con otra mujer, y con el simple hecho de tenerlo en mente, le generaba tanto dolor, tanto malestar. No podía vivir con eso, por lo que Bris se negaba a dejarlo ir.

Umbra | Sombras [Jasper Hale]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora