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En un rincón de la enorme universidad, el conserje y el jardinero, encargados de mantener las zonas verdes del lugar, se detuvieron para recibir la entrega de una funda de flores. Fueron designados para mejorar el paisajismo alrededor de la biblioteca y, por órdenes del director, debían hacerlo con las flores favoritas de su jefe.

Una flor de seis pétalos curvos y estrechos, de un intenso rojo, con tallos largos y delgados, formando una especie de corona alrededor de un estambre central.

—Me impresiona que vayamos a plantar esta flor — Recogiendo las flores, mencionaba el florista.

—¿Por qué? — preguntaba el conserje haciendo una pequeña mueca de duda.

—Se llaman lirios Jigoku y son venenosos. ¿Sabes la historia que representan estas flores? — miró al conserje esperando una respuesta, pero el hombre solo negó con la cabeza.

Mientras comenzaban a caminar rumbo a la biblioteca, el florista le contaba la historia —Aunque estas flores son hermosas como puedes ver, también representan la trágica historia del Shitsure no Hana. — Respondió con pesar en su voz — dicen que cada lirio Jigoku encarna el destino de dos personas. Si logran unirse en amor y armonía, la flor florecerá con una belleza inigualable. Pero si el enlace es rechazado, poco a poco la flor se marchitará, llevándose consigo la vida de uno de los destinados.

Con asombro, el conserje asintió, absorto en la historia. — Es increíble la manera en la que el destino trabaja, y más aún cuando se trata de unir a las personas.

Los dos hombres continuaron discutiendo sobre el tema mientras se ponían manos a la obra y plantaban todos los lirios.




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El corazón de Gojo estaba intranquilo, preocupado por la escena que Yuuji protagonizó. Cada minuto que pasaba sin noticias aumentaba su inquietud. Se mordía el labio inferior, incapaz de prestarle atención a lo que decía Suguru.

—Satoru, te ves pálido, ¿estás bien? — preguntó el pelinegro un poco preocupado, rosando suavemente una de sus mejillas, para llamar la atención del albino.

—Solo estoy preocupado por Yuuji, nunca había visto que algo así le pasara. — Su voz tembló al mencionar el nombre del menor, impaciente agitaba una de sus piernas y ocasionalmente posaba su mirada en la puerta.

Para Geto, la reacción del albino era un poco exagerada, entrecerrando los ojos. Pero antes de poder hacer algo, uno de los chicos de su grupo abrió la puerta de golpe.

—Geto, vamos a tener problemas, no soporto estar con esos dos. Nanami es un mandón y Mahito solo busca molestar a Nanami. ¿Cómo podemos avanzar en el proyecto con esos dos discutiendo en cada momento? No me dejes solo con ellos dos —Haibara llegó quejándose sobre lo que ocurría mientras no estaba Geto, así que fue a buscarlo para evitar la incomodidad que le generaban sus compañeros.

—Bueno, me tengo que ir, ¿nos vemos al rato? —preguntó Geto mientras caminaba lentamente hacia la salida.

El albino solo asintió con la cabeza y vio cómo salían los dos pelinegros y cerraban la puerta. Ya habían pasado varios minutos y aún nadie llegaba, así que sacó su celular e intentó llamar a Megumi, sin embargo, su celular y el de la castaña estaban sobre la mesa, la preocupación y la ansiedad inundaban su cuerpo, esperaba que el menor entrara por la puerta, sintiéndose mejor. cada minuto se sentía eterno y esto le estaba propinando un fuerte dolor de cabeza.

Semilla [Goyuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora