Sin permitirle continuar, Satoru comenzó a alejarse, como si no lo hubiera visto, aunque el corazón del albino anhelaba que permanecieran juntos. Había tomado una decisión, había aceptado su penitencia. No se sentía digno de su anhelado final feliz, especialmente después de haber sido partícipe de que Suguru no tuviera el suyo.
—S-Satoru... espera —pronunció el menor con la voz temblorosa, luchando por contener las emociones que lo invadían—. ¿Cómo estás? ¿Te sientes mejor de tus heridas? Sé que debe ser un momento muy difícil para ti, pero si necesitas hablar con alguien, aquí estoy. Te he extrañado mucho.
Las palabras de preocupación y apoyo del chico de cabellos rosados golpearon con fuerza a Gojo, pero él seguía distante. Itadori se sentía como si una fría ráfaga de viento lo atravesara. Necesitaba estar cerca del peliblanco, pero su presencia se alejaba cada vez más. No entendía por qué su amigo lo evitaba en ese momento de necesidad.
—Yuuji, me voy a alejar por un tiempo —dijo el hombre guapo, apartando la mirada para evitar los ojos cafés que tanto lo conmovían. Sabía que enfrentaba una lucha interna para mantenerse firme en su decisión—. No me encuentro bien, así que te pido que no intentes contactarme.
—¿Por qué? ¿A dónde planeas ir? —La voz del menor temblaba con confusión y preocupación. No comprendía por qué el mayor lo estaba evitando. Anhelaba su compañía, lo necesitaba más que nunca. ¿Por qué de repente quería distanciarse sin dar explicaciones?—, Sa... Satoru, necesito hablar contigo sobre algo muy importante.
Yuta, observando la situación, se sentía incómodo. No quería que la conversación alterara aún más la frágil condición emocional del joven de ojos celestes.
—No ahora, Yuuji, no me hagas perder el tiempo, tengo que irme —expresó con tono firme, sin detener su marcha.
El corazón del pelirrosa comenzó a latir con fuerza y dolor, como si quisiera salir de su pecho. Su visión se tornó borrosa, una sensación de mareo lo invadió, y el sudor frío perló su frente mientras sus piernas cedían bajo su peso, haciéndolo caer de rodillas.
—Satoru, por favor... espera— Okkotsu se apresuró hacia él, preocupado por la repentina caída del chico de cabellos rosados, pero el estruendo apenas logró que el mayor se girara para mirarlo.
Cerrando los ojos con fuerza y apretando los puños, Gojo apenas logró susurrar — No... Yuuji.
Un nudo se formó en la garganta de Itadori. ¿Cómo nunca se me ocurrió pensar en esto? Nunca había considerado qué sucedería si era rechazado. ¿Voy a morir? El dolor emocional lo invadió de manera abrumadora, y de repente, las náuseas y la tos lo asaltaron, sin darle tregua. Después de unos segundos de angustia.
La sorpresa se reflejó en los rostros de los presentes, quienes observaban atónitos la situación. La tos de Yuuji se intensificó, robándole el aliento, hasta que finalmente una sustancia negra y viscosa emergió de su garganta, provocándole un intenso ardor. Sintió como si su cuerpo estuviera siendo arrasado por un fuego interno, y cerró los ojos con fuerza mientras luchaba por recuperar el aliento.
Cuando finalmente pudo abrir los ojos, se encontró con un silencio sepulcral a su alrededor. La incredulidad y el asombro se reflejaban en los rostros de los presentes, pero el menor entendió lo que estaba sucediendo al ver un pequeño pétalo blanco flotando en el aire. Bajó la mirada y comprendió la verdad: la sustancia que había expulsado estaba llena de hojas marchitas y pétalos blancos como la nieve, revelando su secreto más profundo y mostrándole que la cuenta regresiva estaba cada vez más cerca de terminar.
Debilitado por la situación, el pelirrosa se sentía atrapado en una espiral de miedo y ansiedad. Su intención inicial había sido hablar con Satoru, pero la repentina revelación de su secreto y el rotundo rechazo del oji-azul le provocaron un temor intenso y paralizante.
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Semilla [Goyuu]
RomanceExperimentar el primer amor siempre es una de las mejores experiencias: felicidad, alegría y un sinfín de emociones. Sin embargo, ese no fue el hermoso inicio de esta historia.