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—¡Hola, Satoru! — Una enorme sonrisa se posó en el rostro de Itadori. El chico emanaba alegría y felicidad.

Estaba completamente renovado, todos sus pensamientos negativos desaparecieron, una brillante luz parecía apoderarse del cuerpo del menor, estaba feliz y se le veía a simple vista.

Gojo abrió los ojos con asombro por unos segundos mientras una pequeña sonrisa se formaba en su rostro. Al reaccionar, se levantó del asiento en el que se encontraba. Acercándose a Yuuji, abrió sus brazos y lo envolvió con ellos, juntándolo a su cuerpo. Acerca su cabeza y la refregó contra el cabello del menor, aumentando la fuerza de su agarre.

—Yuuji~ No sabes lo preocupado que he estado, ¿por qué no me contestaste los mensajes? ¿Ya te sientes mejor? — Preguntaba el mayor, soltó un poco su agarre para verlo al rostro.

Un rubor carmesí se empezaba a notar en su rostro y orejas, el pelirrosa desvió la mirada para evitar el contacto visual, tomando un poco de aire.

—Lo siento, estuve durmiendo hasta tarde y no he revisado mensajes aparte de los del grupo —respondió nervioso mientras poco a poco logró hacer contacto visual.

Satoru contemplaba la vista de la persona entre sus brazos, sonrojado hasta las orejas, nervioso y un poco sudoroso. El albino sintió que era lo más hermoso que había visto, y mientras escondía nuevamente su rostro en el cabello del más bajo, un leve rubor cereza se divisaba en sus mejillas.

—Bueno, ya fue suficiente con todo eso, están lastimando mi vista —exponía la castaña con una expresión de desagrado.

—Ya es momento de ponernos a trabajar — expresó Megumi mientras se acomodaba en uno de los asientos.

Aún abrazados se vieron a los ojos y una carcajada se apoderó de ellos. Se habían olvidado por completo de sus compañeros. Más relajados se soltaron y tomaron asiento.

El grupo se puso manos a la obra decidiendo el tema a desarrollar y la forma en la que tocarían cada parte. Tres horas después habían terminado con lo que tenían que entregar y avanzaron un poco más en el proyecto.

—Nada como estar con los mejores estudiantes, todo fluyó bastante rápido — aseguraba la castaña mientras estiraba los brazos.

—Nobara, tienes muy buenas ideas —decía el pelinegro mientras guardaba sus cosas.

—Me alegra mucho que el segundo mejor promedio me diga eso —sorpresa y felicidad eran las emociones que se veían en el rostro de la chica.

—Pero no te confíes demasiado, siempre terminas sin desarrollarlas por completo — terminó de decir el pelinegro con una sonrisa burlona.

La castaña hizo un pequeño puchero y no dijo nada más. El grupo salía de la sala mientras Satoru y Yuuji se reían de sus compañeros.

Caminando a la salida de la universidad, todos discutían sobre la siguiente parte del trabajo cuando el menor paró para contemplar el pequeño jardín de lirios Jigoku.

—Espléndidas flores, nunca las había visto — Gojo se acercó para apreciar las flores.

—Entonces me imagino que no conoces la historia que simbolizan esos lirios —mencionaba desde lejos la castaña.

—No suelo estar interesado en ese tipo de cosas, mis intereses están puestos en cosas que me ayudarán como el próximo presidente de la empresa de mi familia.

—¡Puaj! Hablas como todo un heredero, qué horror — la chica dio media vuelta y continuó su camino junto a Megumi.

"Él no sabe de la historia" pensó el chico de ojos marrones después de la respuesta del mayor. Comenzó a caminar, alejándose un poco del albino.

Una vez en la salida, Nobara y Megumi tenían cosas que hacer, por lo que se fueron rápidamente.

—¿Yuuji, tienes algo más que hacer hoy? —preguntó el mayor mientras veía su celular.

—No, solo ir a casa.

—¡Qué bien! ¿Qué te parece si vamos a ver una película?

El pelirrosa lo dudó por unos segundos debido a todos los problemas que le causaba estar cerca del albino; sin embargo, ese día no había tenido problemas, por lo que aceptó.

Los dos salieron en el auto del albino, pasaron un tiempo muy ameno a pesar de que la película no fue muy buena. Aunque el menor seguía teniendo algo de nervios al estar cerca del albino, esto no evitó que se divirtiera. Después de la película, comieron un postre y el albino lo fue a llevar a su casa.

—Yuuji, ¿qué tal te sentiste hoy? — preguntaba el albino minutos antes de llegar a la casa del más bajo.

—Mmm, sí, hoy no he tenido problemas, así que no te preocupes — respondió algo desconcertado.

Gojo aparcó el auto en la entrada del apartamento de Itadori, algunas veces se quedó a dormir después de tener una noche de películas y juego.

—Yuuji, quiero que siempre tengas presente que estoy para ti, no importa la hora o el lugar. Si necesitas ayuda, pídela y si necesitas hablar con alguien, recuerda que estoy para ti — Las palabras del chico de ojos azules resonaban con una preocupación genuina.

Aunque no lo parecía, Gojo seguía pensando en lo que había visto en la parada de autobús, Yuuji era una persona importante para él y quería recordarle que estaría incondicionalmente para ayudarlo.

—Esto es muy repentino y en verdad lo agradezco —desvió la mirada mientras se frotaba la mejilla con una mano.

El chico de cabello rosado se bajó del auto sin decir nada más, dispuesto a despedirse desde la ventana del copiloto, pero el albino lo acompañó hasta la puerta de su casa.

Gojo abrazó suavemente a su pequeño compañero, apoyando la cabeza en su hombro. El pelirrosa se tensó un poco con el contacto inesperado.

—Yuuji... — Se limitó a abrazarlo y no dijo nada más.

Un cálido cosquilleo se extendía desde la punta de los dedos de los pies y continuaba por su cuerpo hasta llegar a cada cabello, reconfortándolo y disipando toda la tensión, llevándolo a corresponder el abrazo. Oculto su rostro en el hombro del mayor oliendo una agradable fragancia. Su corazón se comenzaba a acelerar, las mariposas en su estómago se agitaban cada vez más y sentía cómo su rostro ardía, por lo que agradeció que la calle estuviera poco iluminada.

—Muchas gracias, Satoru — un ligero murmuro viajo hasta los oídos del chico de ojos azules. En aquel abrazo, el chico de ojos marrones se sintió seguro, con una calma que inundaba su corazón. El latido de sus corazones comenzaba a resonar en armonía, formando un lazo intangible.

Poco tiempo después finalizaron el contacto, ambos se vieron a los ojos y sonrieron. El suave susurro del viento nocturno acariciaba sus rostros, la tenue luz de la luna los iluminaba.

—Agradezco tu preocupación, ya es hora de que te vayas y no te preocupes que ya estoy bien — el menor se apartó del albino mientras le daba una palmada en el hombro.

—Bien — El más alto nodijo nada más, dio media vuelta, se subió en su auto y se fue. 

Semilla [Goyuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora