⍣ Capítulo 17 ⍣

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—Tú solo te estás aprovechando —dijo Yuuji, mirándolo con desaprobación—. Pero está bien, la cama es lo suficientemente grande para los dos y no estaremos apretados.

Lentamente, Itadori se movió hacia un lado, haciendo espacio para Gojo. Aunque el esfuerzo lo dejó algo agitado, intentó no mostrarlo. Quitó una de sus almohadas y se recostó, tratando de mantenerse lo más inmóvil posible para recuperarse.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Satoru, preocupado.

—No te preocupes, solo necesito unos minutos para recuperar el aliento.

El albino no insistió. Se sentó en el borde de la cama, se quitó los zapatos y se recostó cerca del menor. Pudo sentir el calor tenue que emanaba del cuerpo del pelirrosa. Se acercó un poco más, colocando su cabeza cerca de la de Yuuji.

Itadori estaba petrificado. La cama era lo suficientemente grande como para que no se tocaran, pero el peliblanco seguía olvidando el concepto de espacio personal. La cercanía lo incomodaba y lo ponía nervioso. Sentía el calor de Gojo y temía que escuchara los fuertes latidos de su corazón. Recuperar el aliento sería complicado en esas circunstancias.

—Sa-Satoru... no ta-tan cerca —dijo con dificultad, nervioso por la cercanía.

El joven de ojos celestes vio con cariño la reacción del más bajo y entendió que aún era demasiado pronto. Se apartó un poco y dijo suavemente—: Entiendo que aún es demasiado pronto, pero al menos déjame tomarte de la mano. Recuerda que es parte del tratamiento.

Yuuji no discutió y simplemente levantó su mano para que Satoru la tomara. Los dos comenzaron a disfrutar de la película, aunque Gojo ocasionalmente miraba a Itadori y notaba que parecía disfrutar del momento. Entendía que todo iba por buen camino. Después de terminar la primera película, aún tenían ganas de más, así que pusieron la secuela. Sin embargo, antes de que esta terminara, el albino sintió la cabeza del chico de ojos cafés descansar en su hombro, notando que se había quedado dormido.

La escena le pareció tierna. Se movió con cuidado para no despertar al pelirrosa y dejó que su cabeza descansara en su hombro. Le dio un suave beso en la frente y continuó viendo la película, pero pronto cayó dormido por la comodidad del momento.

Varias horas después, Gojo abrió lentamente los ojos, todavía adormilado, y notó que la noche había caído. La única luz que iluminaba la habitación provenía del televisor aún encendido y del pasillo. Intentó incorporarse suavemente, pero algo lo retenía. Giró la cabeza y vio que Yuuji estaba aferrado a su brazo como un niño a su oso de peluche. Esa imagen lo fascinó. Nuevamente se acomodó en la camilla, esta vez acercándose más al menor, envolviéndolo en sus brazos y disfrutando del rostro dormido del pelirrosa hasta que volvió a caer en el dulce abrazo de Morfeo.

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Horas después, el alegre joven se despertó sintiéndose más ligero después de un buen descanso. Se sorprendió al ver a Satoru tan cerca, envolviéndolo en sus brazos. Contempló el rostro dormido del albino y, mientras lo hacía, se dio cuenta de que podía respirar con un poco menos de dificultad.

—Buenas noches—dijo Todou desde la puerta, quien había venido a ver la nueva habitación de su amigo.

El pelirrosa se sobresaltó y se avergonzó por la escena en la que se encontraba, así que se quitó los brazos del mayor de encima y se levantó de golpe, despertando al más alto, quien estaba adormilado y no entendía lo que pasaba.

—Hola, Todou —dijo el menor, sonrojado.

—Jajajaja, no te preocupes, Brother. Ese es justamente el mejor tratamiento en tu caso. La enfermera aprovechó que venía y me dio la cena para ti, también traigo la cena de Satoru, cortesía de Yuta.

Gojo, aún medio adormilado, se levantó y se acercó al pelinegro, tomó las cosas y las organizó en la mesa de la camilla.

—Gracias por traer la comida. Yuuji, siéntate a comer.

—Ya que veo que estás bien, me iré. Así que disfruten de su tiempo —mencionó Todou más tranquilo después de ver que Itadori estaba acompañado de su enlazado.

Después de que Aoi se fue, Gojo y Yuuji se quedaron en la habitación, disfrutando de la comida. La atmósfera estaba tranquila, con el sonido del televisor de fondo. De repente, el celular de Satoru vibró, recibiendo un mensaje de Okkotsu.

"Tu permiso para hoy ha terminado. Sé que querrás más tiempo, así que mañana también puedes quedarte, pero por ahora vete a descansar y recuperarte."

El albino suspiró profundamente al terminar de leer el mensaje. No quería irse, pero sabía que Yuta tenía razón. Dejar al pelirrosa por unas horas también podía ser beneficioso para ambos.

—Bueno, parece que mi tiempo aquí ha terminado. Una vez termine de comer, debo irme —dijo el mayor, levantándose de la cama. Se acercó al menor, le dio un beso en la frente y, con una sonrisa pícara, añadió—: Nos vemos mañana, Yuuji.

Sonrojado, Itadori contuvo las ganas de regañarlo y solo movió la mano para despedirse.

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Al día siguiente, Satoru llegó mientras el pelirrosa estaba desayunando. Se sentó en la cama y tomó un plato.

—Buenos días, Yuuji. ¿Te sientes mejor? —preguntó Gojo, ofreciéndole un poco de sopa.

—Sí, un poco —respondió el chico de ojos cafés, tomando la sopa con una leve sonrisa—. Gracias por volver, Satoru.

El joven de ojos celestes sonrió, feliz de ver al menor más animado y relajado con su presencia.

—Es un placer. ¿Sabes? Estaba pensando en qué más podríamos hacer para que te sientas mejor. Podríamos ver más películas o... ¿hay algo que te gustaría hacer?

Itadori se quedó pensativo por un momento.

—No sé, realmente no puedo hacer mucho ahora por mi estado. Tal vez podríamos jugar algo o simplemente hablar.

El resto del día lo pasaron hablando y riendo, recordando el pasado. En algún momento de la tarde, Okkotsu los visitó para revisar tanto al pelirrosa como a Satoru. Ambos estaban mejorando; el brazo de Gojo mostraba una rápida recuperación, mientras que Yuuji tenía una lenta pero alentadora mejoría.

Cuando la noche cayó nuevamente, el albino se aseguró de que el menor estuviera cómodo en la cama antes de prepararse para dormir en el sofá. Pero antes de que pudiera hacerlo, Itadori lo llamó.

—Satoru... —dijo en voz baja—. Puedes quedarte aquí conmigo, si quieres.

La noche anterior, Yuuji había estado pensando en su vida y en cómo el mayor había estado actuando. Aunque aún era prematuro pensar que todo estaría bien, decidió abrirse un poco más a la idea de dejar entrar a Gojo en su corazón y estrechar lazos.

El albino no pudo evitar sonreír ampliamente.

—Claro, si eso no te molesta.

Se acostó al lado del chico de cabellos rosados, cuidando de no invadir demasiado su espacio. La cercanía era reconfortante, y ambos se sintieron tranquilos y seguros.

—Gracias, Satoru —murmuró el más bajo, cerrando los ojos.

—Yuuji —respondió el mayor, apretando suavemente su mano—. Siempre estaré aquí para ti.

Envueltos en la calidez de su mutua compañía, ambos se dejaron llevar por el sueño. Sin embargo, en medio de la noche, el pelirrosa despertó. La única luz visible en el lugar provenía del pasillo. Se levantó lentamente de la cama y se dirigió al baño. Al regresar a la habitación, un extraño calor se expandía poco a poco en su cuerpo. Ignorando esto, llegó a la habitación y vio las luces encendidas y a Gojo esperándolo sentado en la cama.

—Yuuji, estás muy frío —dijo albino, tomándole las manos—. Déjame ayudarte a entrar en calor.

Itadori no dijo nada, pero su rostro se sonrojó y se notaba nervioso. Sentía cómo el calor de su cuerpo se incrementaba considerablemente después del toque del más alto. Nervioso por no entender qué pasaba, solo se recostó en la cama. Satoru imitó su acto y se recostó a su lado, tomando nuevamente sus manos.

Semilla [Goyuu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora