Capítulo 10

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Siendo Elizabeth una niña, ya comprendía el mal en el mundo y le preguntó algo a su padre luego de terminar una discusión con su madre.

— ¿Ya no amas a mamá? — preguntó seriamente, sin siquiera soltar una lágrima.

— Por supuesto que la sigo amando —

Él ni siquiera lo pensó.

— ¿Entonces porque gritaban? — volvió a preguntar la pequeña.

— Mira Eli... — dijo poniéndose a la altura de su hija — Las parejas discuten y pueden no estar de acuerdo, pero eso no significa que no se amen — siguió y acarició su mejilla — Yo adoro a tú madre y es la mujer más hermosa que haya conocido.

Elizabeth asintió quedándose un poco más tranquila y sonrió "me alegro que aún se amen" pensó mientras caminaba hacia el jardín lleno de hojas de colores por el otoño.

Se tiró en una pila grande de hojas naranjas y marrones. Comenzó a reír y miró el cielo.

"¿Cuál es tu propósito en la vida?" Y con diez años Elizabeth pudo responder "ser exitosa".

No era una respuesta que alguien mayor esperara de una niña de diez años, pero tal vez era superdotada y sabía más que los demás. Ella comprendía que hay que trabajar duro para obtener lo que uno desee en la vida.

(...)

Estaba en el comedor del hospital junto a Elaine, quien era enfermera. Comieron pasta con salsa rosa; mientras comían hablaban sobre el tema "amor". Elizabeth le había comentado lo de Meliodas, ella lo quería pero aún no quería tener una relación como él si quería.

— Es que apenas lo conozco y siento que esto va muy rápido.

— Entiendo Eli, háblalo con él segu-

— Es que no lo entiendes Elaine — la interrumpió entrelazando sus dedos en sus cabellos — Si digo algo de tomarnos un tiempo o si va muy rápido y ahora no estoy lista para una relación; se enoja y me dice que si no soy de él, no seré de nadie.

Elaine abrazó a Elizabeth quien tenía lágrimas en los ojos, pero el abrazó de su amiga la calmó. Todo iba a estar bien, solo era cuestión de tiempo y se enamoraría, pero era un proceso. De la noche a la mañana no se podía enamorar de alguien, todo cuenta; las salidas, las cartas, el hablar sobre lo que les molesta, sobre su pasado.

Cuando el turno de Elizabeth terminó, decidió ir al supermercado ya que la compra del mes se estaba acabando. Estaba llenando el carrito, mirando las góndolas y los precios; en poco tiempo la inflación subió demasiado. Cuando tomó unas patatas fritas de bolsa, alguien le toca el hombro.

— Tu eres Elizabeth, ¿verdad? — preguntó mientras, Elizabeth se daba vuelta, una mujer de cabello negro.

— Si, ¿quien me busca?

— Soy Zaneri y solo quiero que te alejes de Meliodas.

¿Qué?

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