La familia y amigos de Elizabeth se encontraban en la sala de espera con el corazón en la boca. Había pasado tan solo una hora y el médico aún no había salido de urgencias. Se imaginaban lo peor y la culpa carcomía a Diane.
— Si tan solo me hubiera dado cuenta... — dijo sollozando — En serio lo lamento.
— Tranquila Diane, lo que hizo Elizabeth no es tu culpa — dijo Caroline, la madre de la albina — Juro que si le pasa algo a mi hija, meteré una denuncia a la familia Demon.
En ese instante, el médico salió de terapia intensiva y caminó a la sala de espera.
— ¿Familiares de la doctora Liones? — preguntó quitándose el cubrebocas.
— Nosotros somos sus padres — dijo Bartra, levantándose junto a Caroline.
— No les voy a mentir, la doctora Liones perdió mucha sangre y necesita un donador de sangre para poder que se recupere mucho, suturamos la herida, fue muy profunda, pero pudimos parar la hemorragia.
— ¿Cuándo la podremos ver? — preguntó la madre.
— Por ahora no, ya le están por transferir sangre, cuando eso termine, podrán verla. Con permiso.
El doctor salió del lugar, desapareciendo de la vista de los amigos y familiares de Elizabeth. Caroline no pudo dejar de llorar.
— Mi niña — sollozó dejándose caer al suelo, siendo sostenida por su esposo Bartra.
— Tranquila, Caroline — dijo abrazándola — hay que ser fuertes, por Elizabeth — continuó hablando — Esto se los digo a todos, tenemos que ser fuertes por Elizabeth, es en estos momentos que ella necesita nuestra ayuda.
Todos asintieron y se quedaron esperando sin saber lo que pasaría.
(...)
Meliodas estaba desesperado, hacia días que no sabía nada de Elizabeth, y eso lo odiaba. Quería abrazarla, besarla y decirle que era suyo y de nadie más. Pero no respondía los mensajes ni las llamadas. Estaba en su casa junto a sus hermanos y mientras las mujeres estaban en la cocina ellos estaban en su oficina de trabajo.
— Estoy desesperado, necesito saber de Elizabeth, quiero saber cómo está.
— Puedes ir a la casa de sus padres, tal vez está con ellos — dijo Estarossa.
— No creo que su familia me quiera ver — dijo con lágrimas en los ojos — y tampoco creo que ella quiera verme.
Meliodas en un principio quería a Elizabeth sólo para que sea su juguete, pero eso cambió, comenzó a tener sentimientos hacia ella. Su sonrisa, su cuerpo, su cabello y su corazón tan cálido.
Era un idiota.
Había perdido a la mujer más hermosa y buena que pudiera haber conocido. Ella siempre estuvo para él, sus sentimientos eran más que reales.
— ¡Meliodas! — gritó Liz entrando bruscamente a la oficina.
— Amor, ¿no ves que estamos en una charla? — habló Estarossa.
— Es Elizabeth... ella...
— ¿Le sucedió algo? — preguntó Meliodas levantándose de la silla. Vio cómo la pelirroja comenzaba a llorar y eso no le dio buena espina — ¡Contesta!
— Está en el hospital, trató de suicidarse.
Para Meliodas eso fue como en cámara lenta. Tuvo que sostenerse del escritorio porque sentía que se caía. Salió corriendo de la oficina mientras sus hermanos le gritaban para calmarlo.
— No,no,no,no — dijo mientras encendía el coche. Cuando a penas hizo el ruido y para avanzar, piso el acelerador y fue volando hacia el hospital en el cual, la mujer que más amaba, estaba peleando por su vida.
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¡Brujitas y brujitos!¿Cómo están? Espero que muy bien. Acá les traigo un nuevo capítulo.
¿Les gustó? ¿Qué piensan que hará Meliodas? ¿Teorías?
Los leo🫶🏼
Cariños❤️
Moon_
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Criminal
RomanceElizabeth, una neurocirujana muy prestigiosa y muy buena persona, queda su vida patas arriba al conocer al jefe de la mafia más importante. Él quiere iniciar algo con ella, pero Elizabeth duda al saber quien es él. ¿Podrá ella amarlo a pesar de quie...