Capítulo 11

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Brujitas y brujitos, este capítulo tiene una advertencia por temas de abuso sexual. Es su decisión leerlo o no.
¡Empecemos!

Elizabeth se encontraba en el sillón descalza junto a Meliodas quien miraba su celular. La albina le dio un empujoncito para que le prestara atención.

— ¡Trola! — Ella gritó.

— Puta — dijo Meliodas y corrió hasta el baño y se encerró. De repente la luz se fue y tuvo que abrir la puerta. La llave de la luz estaba afuera del baño y Elizabeth tranquilamente podría apagarla cuando se estuviera bañando.

— Dale puta — dijo Elizabeth haciendo muecas raras y con una voz forzada.

— ¿Qué me has dicho? — preguntó Meliodas fingiendo estar ofendido y ella salió corriendo mientras era perseguida por él. También terminó tropezándose con sus pies y Meliodas trataba de hacerle cosquillas.

Ambos terminaron en el suelo riendo a carcajadas sin parar. Ella trataba de hacerle cosquillas al igual que él. Rápidamente se cambiaron de ropa y se pusieron unos pijamas de pareja, eran de unicornios pero a Meliodas no me importaba. Estaban acostados y Elizabeth pone su pie en el pecho del rubio.

— Besa mi pie — Elizabeth le dice.

— No quiero — le comentó Meliodas soltando una carcajada.

— ¿Por qué? — preguntó haciendo puchero.

— Porque no hay una razón.

— Soy tu novia — dijo — Esa es una razón — agregó tratando de poner su pie en la cara de su novio.

— Entonces besa el mío — habló en un tono alto con unas risitas — Soy tu novio.

Le puso su pie en su cara y ella lo quitó de inmediato diciendo "Nooo, que asco" ambos no podían parar de reír.

(...)

En esos meses que pasaron la amistad de Liz y Elizabeth había crecido. Ese día quedaron en ir a comprar ropa al centro comercial.

Liz era una de esas muchachas risueñas y amables, era una mujer que Elizabeth quería, ella fue quien la integró a la familia.

— ¡Eli! — gritaron en la puerta del centro comercial, Elizabeth se dio vuelta y se encontró con su querida cuñada. Traía puesto una falda tableada con una blusa color verde militar y unos tacos negros.

— ¡Liz! — habló abrazando a su cuñada.

Fueron por cada local de ropa, hasta que llegaron a uno de lencería y Liz levantó las cejas y la obligó a comprarse un conjunto negro de encaje. Era realmente sexy y muy bonito, según Liz, eso enloquecería a Meliodas. Pero había un pequeño detalle que no tuvo en cuenta.

Sus cicatrices.

No se lo había comentado a Liz porque no estaba lista con nadie para hablar sobre cómo se generaron esas cicatrices.

Pasaron toda la tarde viendo ropa y merendando algo rico. Sus parejas las pasaron a buscar y Meliodas invitó a Elizabeth para que pasara una noche con él en su mansión. Llegó y fueron para la habitación.

— Eres preciosa — dijo él con voz ronca; haciendo que se le pusieran los pelos de punta.

No tardó en unir sus labios con ellos de ella. Obviamente le correspondió, acariciaba su nuca mientras que él la tomaba por la cintura. Sintió miedo cuando trató de quitarle la blusa. Se alejó de Meliodas y lo miró con temor.

— ¿No quieres? — preguntó.

— No estoy lista, lo lamento.

Meliodas le dio un beso en la frente y sonrió.

— Entonces lo haremos cuando tú estés lista... ahora, ¿quieres ver una película?

Ella asintió y se acurrucó con él y se pusieron a ver una película de terror "el aro" un clásico pero buena película. En medio de la película Elizabeth se quedó dormida en el pecho de su pareja. Meliodas, al ver esto, apagó la televisión y empezó a acariciar el cabello de ella hasta que él también quedó dormido.

A la mañana siguiente ambos se despertaron y estaban desayunando mientras hablaban de temas triviales, nada importante.

Cuando Elizabeth volvió a su casa, se tiró en la cama para mirar el celular, encontrando un mensaje de su familia, decían que necesitaban que fuera rápido que al parecer Margaret nos quería decir algo fuerte que le pasó.

Sin pensarlo, tomó su cartera y condujo hacia la casa de sus padres. Verónica y Margaret estaban sentadas junto a sus padres. La mayor estaba llorando y Verónica trataba de calmarla. Era algo fuerte.

— ¿Qué sucede? — preguntó la menor.

— ¿Recuerdan al vecino que teníamos antes? — preguntó y Elizabeth asintió — Cada vez que le tocaba cuidarme, abusaba de mi, hacía que lo tocara y me quitaba la ropa.

A Elizabeth se le partió el corazón cuando vio llorando a su hermana, sabía lo que se sentía, así que fue y le dio un gran abrazo.

— Cualquier cosa que necesites me tienes a mi ¿si? Se que es difícil, en serio, pero debes ser fuerte. No dejes que nadie te quite y te rompa el alma.

— ¿Quieres denunciarlo, hija? — preguntó Caroline y Margaret asintió.

Fueron a declarar y arrestaron al vecino, al parecer ya tenía denuncias por abuso sexual infantil. Elizabeth no podía hacer mucho, solo apoyarla como hermana. Que te quiten la inocencia es algo terrible y eso te hace madurar a temprana edad, a esa edad no tiene porque estar pensando en esas cosas.

— Hiciste bien, Mar — dijo Elizabeth.

— Espero que se haga justicia — dijo ella.

— Y habrá, solo es cuestión de tiempo y el karma vendrá por él.

Toda la familia estuvo toda la tarde tratando de hacer olvidar el mal rato que pasó Margaret. Todos la apoyaban, porque así era su familia, tan empáticos y sensibles.

Elizabeth no pudo evitar recordar lo de Mael, tal vez eso le atormente toda la vida, a ella no le hicieron justicia, a ella no le creyeron los medios, a ella le dejaron cicatrices que jamás iba a olvidar.

Pero la vida sigue ¿no?

Lo único que podía hacer era rezar no volverse a encontrar con Mael, después de eso, aún seguía fuerte. No iba a dejar que arruinaran su vida de la manera en que lo hacían. Ahora tenía a Meliodas y ya era hora de decirle la verdad, tenía miedo de cómo lo iba a tomar, pero comenzó a amarlo y no quería secretos.

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¡Brujitas y brujitos! Les traigo un nuevo capítulo que seguramente les gustará.

¿Les gustó? ¿Tienen teorías? ¿Quieren venganza? Yo si quiero venganza.

Espero que estén bien y que les haya gustado el capítulo.

Cariños❤️
Moon_

Criminal Donde viven las historias. Descúbrelo ahora