Había pasado tan solo un día desde el secuestro de Elizabeth, y Meliodas estaba que ardía de ira. No creía que sus enemigos lo habían hecho, no se atrevían a tocar a la dama del mafioso y narcotraficante más temido del mundo.
— ¡Mierda! — gritó tirando todo lo que había en el escritorio al suelo.
— Tranquilo Meliodas — dijo Zeldris — la encontraremos.
— Juro que se arrepentirán de lo que han hecho, los voy a matar.
— La familia de Elizabeth se enteró y ayudarán en la búsqueda.
De repente entró Caroline, la madre de Elizabeth, a la oficina.
— Meliodas, tienes que encontrar a mi hija — dijo la mujer — Yo sabía que estar contigo sería un riesgo para ella.
— Tranquila señora, mis hombres la están buscando — dijo Estarossa — la vamos a encontrar.
(...)
Elizabeth no había despertado hasta un día después que la secuestraron.
Se encontraba en short y sin remera, dejándola solo con el sostén. Estaba amarrada desde el techo, teniendo sus brazos colgando. Su cabello despeinado y una expresión de angustia se instaló en su rostro.
— Mmm... — se quejó despertando, fue abriendo los ojos mirando su alrededor — ¿Dónde estoy? — se preguntó y al darse cuenta que estaba atada, lo único que se le ocurrió fue en gritar — ¡AYUDA! ¡ALGUIEN!
— No grites, es en vano
Desde la oscuridad surgía un hombre alto, corpulento y de cabello blanco.
Mael.
— ¡Déjame ir inmediatamente! — le dijo la albina.
Mael tomó un balde con agua fría y lo lanzó hacia Elizabeth mojándola toda haciendo que soltara un pequeño grito.
— Si aceptas estar conmigo, te dejaré ir y te convertirás en mi esposa.
— ¡Jamás! Antes muerta que ir contigo — le contestó.
— Bien, cómo quieras.
Fue hacia una esquina y prendió un cigarrillo, comenzó a fumar mirando a la indefensa mujer que lo único que podía hacer es tratar de huir o tratar de pedir ayuda; ni siquiera sabía dónde estaba y todos sus intentos eran en vano. Observó la habitación y en una parte podía ver elementos de tortura (navajas, pinzas y una fusta).
Una lágrima cayó por su mejilla, esperando que su amor la esté buscando.
— Eres un hijo de perra, jamás seré tuya.
Mael se acercó a ella y acercó su cigarrillo y comenzó a ponerlo en el cuerpo de Elizabeth, solo podía gritar del dolor y patalear para golpearlo pero esto solo lo enfureció más, parte de su pecho y abdomen estaban con marcas de quemaduras que le había hecho Mael.
— ¡Por favor! ¡Detente!
Sentía impotencia por no poder hacer nada más que rogar que dejara de lastimarla. Las lágrimas brotaban de sus mejillas sin parar; jamás se había sentido así. Obvio. Nunca había sido secuestrada pero sí violada.
Cuando terminó, tomó el mentón de la chica y trató de besarla, pero ella antes de que él pudiera besarla, le escupió en la cara haciendo que Mael cierre los ojos por un segundo, y luego se limpió.
— Cuando Meliodas te encuentre-
— Uyyy, que miedo. Meliodas me encontrará — dijo con voz burlona.
— Vete al infierno.
Fue lo último que pudo decir, pues Mael le propinó un puñetazo en la cara, desmayándola al instante y lo único que pudo pensar fue:
"Oh Meliodas ¿en dónde estás?"
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Uy uy uy.¡Brujitas y brujitos!
¿Cómo están? Espero que muy bien. ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Tienen preguntas? ¿Teorías?
Los leo🫶🏼
Cariños❤️
Moon_
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Criminal
RomansaElizabeth, una neurocirujana muy prestigiosa y muy buena persona, queda su vida patas arriba al conocer al jefe de la mafia más importante. Él quiere iniciar algo con ella, pero Elizabeth duda al saber quien es él. ¿Podrá ella amarlo a pesar de quie...