Capítulo 26

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Había pasado tan solo un día desde el secuestro de Elizabeth, y Meliodas estaba que ardía de ira. No creía que sus enemigos lo habían hecho, no se atrevían a tocar a la dama del mafioso y narcotraficante más temido del mundo.

— ¡Mierda! — gritó tirando todo lo que había en el escritorio al suelo.

— Tranquilo Meliodas — dijo Zeldris — la encontraremos.

— Juro que se arrepentirán de lo que han hecho, los voy a matar.

— La familia de Elizabeth se enteró y ayudarán en la búsqueda.

De repente entró Caroline, la madre de Elizabeth, a la oficina.

— Meliodas, tienes que encontrar a mi hija — dijo la mujer — Yo sabía que estar contigo sería un riesgo para ella.

— Tranquila señora, mis hombres la están buscando — dijo Estarossa — la vamos a encontrar.

(...)

Elizabeth no había despertado hasta un día después que la secuestraron.

Se encontraba en short y sin remera, dejándola solo con el sostén. Estaba amarrada desde el techo, teniendo sus brazos colgando. Su cabello despeinado y una expresión de angustia se instaló en su rostro.

— Mmm... — se quejó despertando, fue abriendo los ojos mirando su alrededor — ¿Dónde estoy? — se preguntó y al darse cuenta que estaba atada, lo único que se le ocurrió fue en gritar — ¡AYUDA! ¡ALGUIEN!

— No grites, es en vano

Desde la oscuridad surgía un hombre alto, corpulento y de cabello blanco.

Mael.

— ¡Déjame ir inmediatamente! — le dijo la albina.

Mael tomó un balde con agua fría y lo lanzó hacia Elizabeth mojándola toda haciendo que soltara un pequeño grito.

— Si aceptas estar conmigo, te dejaré ir y te convertirás en mi esposa.

— ¡Jamás! Antes muerta que ir contigo — le contestó.

— Bien, cómo quieras.

Fue hacia una esquina y prendió un cigarrillo, comenzó a fumar mirando a la indefensa mujer que lo único que podía hacer es tratar de huir o tratar de pedir ayuda; ni siquiera sabía dónde estaba y todos sus intentos eran en vano. Observó la habitación y en una parte podía ver elementos de tortura (navajas, pinzas y una fusta).

Una lágrima cayó por su mejilla, esperando que su amor la esté buscando.

— Eres un hijo de perra, jamás seré tuya.

Mael se acercó a ella y acercó su cigarrillo y comenzó a ponerlo en el cuerpo de Elizabeth, solo podía gritar del dolor y patalear para golpearlo pero esto solo lo enfureció más, parte de su pecho y abdomen estaban con marcas de quemaduras que le había hecho Mael.

— ¡Por favor! ¡Detente!

Sentía impotencia por no poder hacer nada más que rogar que dejara de lastimarla. Las lágrimas brotaban de sus mejillas sin parar; jamás se había sentido así. Obvio. Nunca había sido secuestrada pero sí violada.

Cuando terminó, tomó el mentón de la chica y trató de besarla, pero ella antes de que él pudiera besarla, le escupió en la cara haciendo que Mael cierre los ojos por un segundo, y luego se limpió.

— Cuando Meliodas te encuentre-

— Uyyy, que miedo. Meliodas me encontrará — dijo con voz burlona.

— Vete al infierno.

Fue lo último que pudo decir, pues Mael le propinó un puñetazo en la cara, desmayándola al instante y lo único que pudo pensar fue:

"Oh Meliodas ¿en dónde estás?"
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Uy uy uy.

¡Brujitas y brujitos!

¿Cómo están? Espero que muy bien. ¿Qué les pareció el capítulo? ¿Tienen preguntas? ¿Teorías?

Los leo🫶🏼

Cariños❤️
Moon_

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